miércoles, 10 de septiembre de 2014

Mundobasket 2014 y el ridículo español


Llevaba varios días escribiendo esto, pero no esperaba tener que publicarlo tan pronto. Después de la VERGÜENZA de partido ante Francia, solo queda terminar y pasar a otra cosa. Gracias a la generación de 1980, cuyos nombres conocemos todos, hemos permanecido varios años en la élite del baloncesto mundial. Analizaremos, como en los dos últimos campeonatos, el papel tanto de los jugadores como del seleccionador en esta cita ya finalizada.

 

Pau Gasol. Nunca me cansaré de decir que es el mejor jugador de baloncesto de nuestra historia. Y de que será difícil, por no decir imposible, que en las próximas generaciones aparezca otro jugador como él, con sus características físicas únicas y su excelente personalidad. Sin embargo, esto último es lo que le lastra. Poco amigo de quejarse a los árbitros e incluso de jugar de una manera agresiva, se le puede acusar de ser demasiado blando. A pesar de sus dos anillos de campeón de la NBA y sus múltiples medallas, siempre nos quedará la pregunta de qué habría pasado si en la NBA le hubieran formado como un pívot puro y preparado su cuerpo a tal fin con, digamos, doce o quince kilos más. No sabemos si será la competición de su despedida, pero por todo lo que nos ha dado dentro y fuera de la cancha, gracias, Pau. Solo me gustaría ver cumplido mi deseo de que los tres hermanos Gasol coincidan alguna vez en la selección. Sería un momento inolvidable. E histórico. Sin embargo, y como todo el equipo, hay que destacar negativamente que en el partido ante Francia, no se empleó a fondo ni buscó responsabilidades. Un cero para él en ese sentido, aunque no estuviera al 100% físicamente.

Marc Gasol. Creo que ya ha superado el posible trauma personal y profesional de estar a la sombra de su hermano. Le recuerdo años atrás, cuando parecía que se iba a quedar en una sombra del nefasto y repugnante Fernando Romay. Pero ha evolucionado. Ya no es un armario como el anterior, que jugaba diez minutos, cometía cinco personales y nos hartaba a todos viendo cómo se quejaba al árbitro porque él no había hecho nada. Solo con la cara de niño bueno no colaba. También parecía que se iba a quedar en otra mala copia de Juan Antonio Morales, el mediocre pívot de los ochenta y noventa que jugaba al baloncesto solo porque medía como 2.10 y ni siquiera le gustaba, pero ganaba mucha pasta sin hacer nada. Marc ha cogido fundamentos, ha perfeccionado un notable tiro desde cuatro o cinco metros e incluso el triple, coge rebotes y pone tapones. Sabe que no es como su hermano y ha potenciado los aspectos de su juego en los que más destaca. En definitiva, parece que por fin le importa algo el baloncesto. Cuando todos le vimos empezar, parecía que se había metido en este mundo porque medía 2.15 y no sabía hacer otra cosa. Aunque no se irá de su cabeza el hecho irrefutable de que, en pista, su hermano le hace mejor, y cuando Pau no está, su liderazgo baja muchos enteros, porque no es un jugador que, por su personalidad, haya nacido para ser líder de nada. Pero su progreso es evidente y digno de mención. Pero todo el buen mundial que ha hecho lo ha empañado hasta merecer un -5 de valoración ante Francia. Cobarde, desaparecido e inapetente. Como si no quisiera jugar. El peor Marc Gasol, es decir, el del último europeo. Para borrarse del partido como ha hecho ante Francia, mejor quedarse en casa en verano.

Ricky Rubio. Este niño, porque lo sigue siendo, nunca me ha gustado. Ha sido uno de tantos que ha arrasado en categorías inferiores, pero cuando le ha tocado jugar con los mayores, ha demostrado signos de inseguridad. Sin ir más lejos, en el tiro. Para ser uno de los mejores bases, no solo uno bueno, tienes que ser capaz de anotar veinte puntos en un partido. Meter cinco triples. Y él no es capaz. Una dirección de juego que progresa con el paso de los años y menos individualidades exageradas son una mejora notable, aunque sigue abusando de ellas, pero si hablamos de Ricky Rubio hablamos de un jugador que le tiene miedo a tirar a canasta. Por más que lo estén intentando en Minnesota. Por eso nunca será un superclase. También tiene lagunas en la dirección del juego, aunque aún es joven, y el hecho de desaparecer durante demasiadas fases del partido es un lastre que aún no ha conseguido superar. Pero tiene tiempo por delante. Y, por supuesto, también va mejorando en este aspecto. Pero ha resultado curioso comprobar cómo, en muchos partidos, ha salido de base titular y en los segundos y cuartos tiempos no ha vuelto a aparecer en pista. A lo mejor era porque el partido ya estaba decidido.

Juan Carlos Navarro. En mi opinión, un ejemplo para todos. Después de haber pasado un año horroroso por culpa de la espalda y otras lesiones, no le ha impedido apuntarse una vez más a la selección a sus 34 años. Y después de haber ganado una liga contra todo pronóstico contra el todopoderoso Real Madrid al que destrozó él solito. Siempre serio y siempre dispuesto a jugársela, es de aquellos jugadores de los que yo tendría diez en mi equipo. Tampoco sabemos si será su última competición internacional, pero sus récords quedan ahí. Nuestro segundo mejor jugador de baloncesto de la Historia. Más hacia abajo, ya hablamos nada menos que de Epi, Fernando Martín o Corbalán. Ahí es nada. Nadie se dará cuenta de lo mucho que le echaremos de menos cuando su cuerpo diga basta.

Sergio Rodríguez. Personalmente, esperaba más del que dicen que es el mejor base del mundo al este de la NBA. Pero el seleccionador dio muestras desde el primer momento de que no confiaba en él plenamente. Ricky fue el base titular en todos los partidos. Cada uno tiene sus carencias. De Ricky ya hemos hablado. La de Sergio es, indudablemente, encontrarse con un base contrario que sea especialista en defensa. Para dirigir al equipo en ataque lo puede hacer incluso un escolta sin problemas, como ha hecho Navarro en muchas ocasiones o el mismo Sergio Llull. Resultó especialmente significativo el partido contra Brasil. Sergio dispuso de minutos, de muchos minutos, y el base suplente brasileño que daba descanso a Huertas se lo comió literalmente. Y eso que se limitó a defenderle por toda la pista, a no darle tiempo a levantar la cabeza y preparar la jugada. Por eso Sergio no será nunca el base titular de la selección española. Hay maneras de frenarlo, y a pesar de su evidente dominio técnico, las filigranas se le dan mucho mejor a Ricky. Eso sí, no todo van a ser críticas. Buenos tiros en momentos decisivos. ¿Qué tal una mezcla de Ricky y Sergio para conseguir el base perfecto?

Serge Ibaka. Cuando vimos todos a este negrazo con un cuerpo de infarto, nos preguntamos de dónde había salido. Su incorporación a la selección fue prematura, pero ya dio las primeras muestras de lo que iba a aportar a la selección. Un físico envidiable, una capacidad de salto monumental que ayuda a poner muchos tapones, y después de varios años de pulirse en la NBA, se atreve incluso a chuparse algún triple de vez en cuando. Y entran. Sin embargo, su rendimiento baja notablemente cuando se enfrenta a equipos en los que sus jugadores interiores son muy grandes, muy pesados o las dos cosas. Tomemos también ejemplo del partido contra Brasil, en el que apenas se le vio. Es un tres alto en defensa que debe jugar de cuatro en ataque, pero le faltan los fundamentos de un Bodiroga en el poste bajo para convertirse en un jugador completo. Y es que no se le puede pedir todo. Al menos, sigue viniendo a la selección un tío que debe pasar diez días al año en España. Aunque lo que a mí me gusta más es que venga él y no el señor Mirotic, un indeseable como Fran Vázquez. Me ha resultado preocupante comprobar el disgusto del jugador porque no tiene los minutos ni los balones en ataque que él cree merecer, y es cierto. Pero también debe saber entender que hasta que Pau no se retire de la selección, es el tercer pívot. Le quedan años por delante para marcar época. Serge, paciencia. Tu hora llegará.

Víctor Claver. Muchacho, cuando decides dedicarte a la profesión que has elegido y pareces el heredero de Larry Bird que solo tiene su altura y nada más, llega un momento en el que deberías plantearte, a tus 26 años, si no es mejor que te dediques a otra cosa. Ni has jugado en la NBA, ni has jugado en su liga satélite para aquellos a los que les dicen claramente que no sirven, ni has jugado en la selección. Demasiado lento para defender a un tres bajo y escasa presencia física para jugar como cuatro en ataque, además de un tiro demasiado irregular como para hacerlo de tres alto. Y de aleros en ataque ya estamos bien servidos. Lo dicho, dedícate al parchís. Eres como el ínclito San Emeterio, aunque al menos este último tuvo la dignidad de retirarse de la selección, aunque fuera porque no era el amo y señor de todos los balones. Y es que una cosa es que seas la estrella en tu club y otra que lo seas en la selección. La selección siempre le quedó grande al de Vitoria.

Rudy Fernández. Supongo que a base de las agresiones sufridas por toda Europa y de darse cuenta de que cae mal a todo el mundo, se ha olvidado un poco de pasarse los partidos persiguiendo a los jugadores rivales para enzarzarse en una pelea. Aunque sigue siendo demasiado malcarado para mi gusto. Parece que el mundo le deba algo, y esa no es la mejor actitud para salir a una pista de baloncesto. Sin embargo, su aportación al equipo debe considerarse como positiva. Ha jugado como a él le gusta jugar, ha formado un muy buen tándem con un Juan Carlos Navarro al que ya hay que repartirle cuidadosamente los minutos en cancha y ha sido el Rudy de siempre, pero menos gilipollas. Por una vez ha puesto el talento frente a las miradas provocativas, aunque no ha rehuido la provocación, sencillamente porque él es así. Supongo que los puñetazos recibidos le habrán enseñado a cortarse un poco. Eres muy bueno, pero no eres el mejor. Te quedan muchos años para igualar a Navarro, que se ha ganado el cariño y el respeto de todo el mundo actuando de una manera completamente diferente a ti. Aprende.

Felipe Reyes. Siempre he defendido a Felipe y siempre lo haré. Lleva catorce años en la selección y nunca podremos decir de él que no se empleó al máximo. Siempre inteligente a la hora de colocarse para ir a por el rebote ante pívots mucho más grandes que él, mejorando su tiro de media distancia y tiro libre con el paso de los años, el problema de Felipe es que, a diferencia de Pau, a él la edad sí le está pasando factura. Los demás pívots son más jóvenes, altos, rápidos y saltan más que él, y por muy astuto que seas en el juego de posición, acabas perdiendo la partida porque tu cabeza ya no es suficiente para ganar en la pintura a los pívots que saltan hasta que la cabeza llega arriba del tablero. A todos nos ha gustado su vuelta, pero sin lugar a dudas, será mejor que este sea su último campeonato. Nadie le va a reprochar absolutamente nada. Todo lo contrario.

José Manuel Calderón. Un líder nato que ha ejercido de tal desde siempre pero que en este campeonato no ha dispuesto de minutos suficientes ante la presencia de Sergio y Ricky. No me extraña que lleve tantos años en la NBA porque, a pesar de no disponer de un tiro extraordinario ni una dirección de juego soberbia, alcanza un notable en todos los aspectos del juego. Creo que él mismo se habrá dado cuenta durante este mundial que quizás sea su última gran competición a nivel de selecciones, ya que Ricky y Sergio pisan fuerte y él, de ser el base titular indiscutible en el mundial de Japón ha pasado a ser el tercer base en este mundial. Es posible que anuncie su retirada después de la competición. Su saber estar y sus ocasionales triples son aportes positivos, pero entre la edad y la certeza de que ya no es el líder ni el base titular, le harán pensárselo dos veces para volver. Él no está para calentar banquillo durante 32 minutos de 40. Veremos que sucede, porque si hay una realidad innegable es que ha perdido velocidad en el contraataque, y ese es el deseo del seleccionador actual, correr y correr tras una buena defensa con la zona interior bien cubierta.

Sergio Llull. Lo reconoceré sin problemas. A mí este hombre tampoco me ha gustado nunca.  No me gusta que, ni en el Madrid ni en la selección se aclaren si es base o escolta y alternen las dos posiciones. A pesar de ser probablemente el jugador con mayor punta de velocidad de Europa y de haber adquirido un notable tiro exterior, no es base, porque no dirige a sus compañeros, ni es un escolta tirador porque no trabaja el tiro como hacen Navarro y Rudy. Dejémoslo en que es un útil comodín, aprovechado que los minutos de Calderón son cada vez más escasos y que el físico de Llull es mucho más potente. Pero le falta personalidad para dirigir en el puesto de base y su tiro exterior no deja de ser irregular. Eso, un comodín.

Álex Abrines. Supongo que haber sido convocado para este mundial ha sido un regalo del seleccionador para premiar su eclosión en el Barça. Todavía está por pulir. Pero le quedan muchos años por delante para hacerlo y se adivina como el sucesor de Navarro. Mucho tiempo, mucho trabajo y muchos triples lo harán posible. Presencia testimonial en la primera fase, cuando las diferencias en los partidos no hacían peligrar el resultado y Orenga podía sustituir a toda la vieja guardia. Pero tiene mucho futuro. Veremos si adquiere la personalidad necesaria para asumir a quién va a sustituir. Tiene sus ventajas. Más alto, más atlético y ya con un buen tiro exterior. Veremos qué sucede con el paso de los años y los partidos.

Juan Antonio Orenga, seleccionador. No es lo mismo jugar un campeonato de Europa en un país extranjero, que hacerlo en casa. En casa, o te implicas o te dan rápido la patada. Orenga ha podido convocar a la mejor selección española de la historia, mejor incluso que la de Japón, aunque habrá echado de menos la presencia de Garbajosa y sus providenciales triples desde las esquinas de la pista. En demasiados partidos se han obtenido estadísticas de cuatro de veinte en triples. Se le ha visto más implicado, rozando la técnica en ocasiones por sus protestas. En el europeo de Francia, se le veía derrotado desde el primer partido. Algo casi lógico si teníamos en cuenta las numerosas bajas de la selección y que debía poner el equipo en manos de Marc Gasol, que no es un líder porque no sabe serlo. Ahora no tiene excusa para no llevarse, como mínimo, la plata. Se le puede disculpar una derrota ante los siempre potentes y marrulleros Estados Unidos, que reparten hostias por doquier ante la pasividad y el miedo de los árbitros y que, además, te clavan 15 triples de 20 intentos sin despeinarse. Pero no son invencibles. Veremos qué sucede en lo que debería ser la final lógica del mundial. Quizás Brasil puede incordiar en cuartos o semifinales o incluso Serbia, pero España sigue siendo mejor que ellos, y ya lo ha demostrado. He ido leyendo conforme pasaban los días y los partidos que había autogestión y que sus rotaciones eran un desastre. Estoy de acuerdo, pero no olvidemos que España tiene a ocho buenos jugadores, el quinteto titular que nos hemos aprendido de memoria, y tres más, dos de los cuales son bases. Calderón incluso ha jugado más de escolta que de base. No tenemos doce estrellas. Eso sí, sigo pensando que el cargo le viene muy grande. Orenga no tiene experiencia al más alto nivel. Pero se ha topado con la inmensa fortuna de haber podido reunir a la mejor selección española de baloncesto de todos los tiempos. No ganará medallas como entrenador. Las ganarán sus jugadores. Él ni estuvo a la altura en su época de jugador, ni la está como seleccionador. Recordemos además, que este señor se hizo un nombre tirando desde 4, 5 metros e incluso cuando los primeros pívots se atrevían a tirar de tres. Pero este señor no iba al rebote ni metía puntos bajo la pintura. Y era un 5 puro y duro. Pues como seleccionador, lo mismo. Él es básicamente mediocre, como todo lo sucedido en el baloncesto español en la década de los noventa. El repaso que le ha dado el seleccionador francés tácticamente es como para que se le caiga la cara de vergüenza. Simplemente, no da para más, y lo mejor que puede hacer mañana por la mañana es dimitir.

Los comentaristas. Yo recuerdo haber escuchado al señor Siro López durante muchos años como corresponsal de radio para repasar la actualidad y los partidos del ¡¡¡Deportivo de La Coruña!!! ¿Qué hace este individuo comentando los partidos de baloncesto de la selección española? Al menos, José Miguel Antúnez, mediocre base de Estudiantes a finales de los noventa, sabe de qué va esto. Pero ¿quién ha tenido la genial ocurrencia de poner a un impresentable como Siro López, que además lo más redondo que ha visto parecido a una pelota de baloncesto es el cubo de Rubik, al frente de las transmisiones? Señores de Cuatro, háganselo mirar. Hay montones de periodistas especializados en baloncesto en este país. Y no este payaso que durante una temporada se dedicó a buscar pelea en toda aquella tertulia deportiva (DE FÚTBOL) a la que iba. Cuando se mete una canasta fácil a cuatro metros sin defensor encima, el tirador no es el héroe del partido. Solo ha metido una más. Por favor, echen a patadas a este personajillo. Ya sabemos que no está Andrés Montes pero, ¿no había otro?

La televisión. Con Siro López, lo peor del mundial. Cuando todos teníamos asumido que Teledeporte se haría con los derechos del Mundobasket y nos pasaríamos las tardes viendo un partido tras otro, nos enteramos de que los señores de la FIBA le han vendido los derechos a una empresa que se los ha suministrado a Mediaset. Es decir, Telecinco, Cuatro y La Sexta. Como la parrilla de Telecinco está al completo con su colección de cotillas y La Sexta quiere asociarse al fútbol, nos hemos quedado con esta cadena, que además de llegar a Madrid, Barcelona y pocos sitios más porque el TDT no capta su señal, ha comprado unos derechos que incluyen el ofrecer solo dos partidos al día en directo. Cuando se jugaban un mínimo de cuatro. Todos nos hemos quejado, desde los aficionados hasta los jugadores y los demás medios. Pero a la FIBA le importa una mierda. Ha vendido los derechos al mejor postor y ha olvidado completamente a los aficionados. Yo, por mi parte, no pienso sintonizar en la vida ninguna de esas tres cadenas de televisión. Y como he leído en las redes sociales, otros muchos aficionados al baloncesto, tampoco.

Los ausentes. Que no por serlo, significa que se les haya echado de menos. En el campeonato anterior hablé de Alberto Corbacho, el tirador de triples con la mecánica de tiro más rápida que he visto en mi vida, pero este año no ha sido el mejor para él porque su entrenador gana los partidos desde la defensa y si en ataque se anota, pues mejor. Y Corbacho no defiende nada, sobre todo por su falta de físico a pesar de sus dos metros. Pero hay otros dos señores que sí han sido importantes en sus equipos y que ya he mencionado. Uno es el que dicen que va a mejorar al mismísimo Michael Jordan, es decir, Nicola Mirotic. Es un asimilado en cuanto a nacionalidad española, por tanto, el mismo caso que Serge Ibaka y, sabiamente, los responsables de tomar la decisión se decantaron por el congoleño de nacimiento. Mirotic no deja de ser un mentiroso, ya que es la segunda vez que pone una excusa para no ir a la selección, cuando la única realidad es que no soporta que prefieran a Ibaka antes que a él, que es el mejor jugador de baloncesto de la Historia. Es un tema que podría solucionarse en un par o tres de años, pero para entonces habrá que ver si este individuo quiere jugar en la selección española. Hasta ahora ya ha dado dos veces muestras de lo contrario. La desgracia para él es que es montenegrino, y su otra selección no pinta nada en baloncesto a nivel internacional. Le ha salido el tiro por la culata. Y el otro es, un año más y para siempre, el ínclito Fran Vázquez. La cosa está clara, y ya lo comenté en anteriores artículos. Este señor no va a la selección porque sabe que tiene delante a los hermanos Gasol, a Ibaka e incluso a Felipe Reyes, y su ego no consiente tal situación, a pesar de que tampoco ha actuado como titularísimo en Málaga. Solo fue allí por dinero y porque en el Barça no le daban lo que exigía para renovar. Se nota que me cae mal, ¿verdad? Pero bueno, ahora estará de vacaciones, disfrutando, pero perdiendo relevancia internacional con cada segundo que pasa. Y eso se traducirá a la hora de firmar su próximo contrato. Ninguno de los grandes de Europa querrá saber nada de él. Y gracias a Dios, no hemos tenido que soportar al torpe, patoso y analfabeto baloncestísticamente hablando Xavi Rey. Todos sabemos que acudió al Eurobasket del año pasado porque había tantas bajas en la selección que había que llevar a doce jugadores y este armario ropero sin fundamentos ni capacidad para jugar al baloncesto, fue llamado porque no había otro. Hoy nos alegramos todos de que haya hecho lo mismo que Fran Vázquez, es decir, mirar el Mundobasket por televisión.

Conclusión. Toda selección es el reflejo de la personalidad de su entrenador. No hubo más que ver a Serbia. En cuanto Djordjevic se enfadó por un par de decisiones arbitrales, los serbios empezaron a dar guantazos. Los franceses, siempre picados con los españoles, jugaban cada defensa al límite hasta que los árbitros pitaban falta o los españoles fallaban. Nada cambia en el arbitraje. Miedo absoluto a Estados Unidos, permisividad en los contactos y la norma general de no pitar nada de lo que suceda bajo los aros. También de lo peor del campeonato. La selección jugó a medio gas la primera fase excepto contra Brasil y a ráfagas contra Francia, y aún así sacaba los partidos con solvencia. El quinteto titular nos lo aprendimos de memoria y los tres que salían hasta que pasábamos de los veinte puntos de ventaja y sacaban la basura, también. Pero el partido contra Francia ha sido la vergüenza nacional. Solo con los triples de Diaw y veinte rebotes más que nosotros (¿Dónde coño estaban los Gasol?), nos han dejado en evidencia.

Simplemente dos cosas más: Orenga, dimisión. Pepe Sáez, presidente de la Federación, dimisión.

Y se acabó el Mundobasket para mí. Ni siquiera podemos echarle la culpa a los árbitros. Espero que recuerden este partido contra Francia durante muchos años. Y que pongan un seleccionador a la altura. Que los hay. Si despidieron a Scariolo porque cobraba mucho, traer a alguien barato como Orenga ha servido para lo que todos hemos podido ver.

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