martes, 27 de diciembre de 2011

Ahora les toca a ellos

Ya están las cosas como tenían que estar. Se acabaron siete años de concatenar desastres uno tras otro, de hacerles favores a los amigos, de pagar los servicios prestados con ministerios y sobre todo unos últimos dos meses en los que el dirigente del gobierno de una nación desapareció para que no se le cayera la casa encima y se ha ido absolutamente de rositas y sin importarle ser considerado el peor presidente de la democracia española moderna. Un país no puede ser dirigido por un licenciado en Derecho con unas notas mediocres que prácticamente no llegó a ejercer a pesar de constar en la Universidad de León como profesor asociado cuando hace años que las normas para profesores universitarios estipulan que todos han de ser Doctores para poder ejercer. ¿Se imaginan a ZP obteniendo un doctorado en Derecho por sus propios méritos? Yo no.

Muchos dirán, y es verdad que se ha organizado de tal manera que propicia el calificativo, que el nuevo gobierno de Rajoy es de puretas. No hay nadie menor de 40 años, varios de sus miembros ya fueron ministros con Aznar e incluso el de Economía era presidente de la división española de Lehman & Brothers cuando ésta quebró y se llevó los ahorros de miles de personas. Todos tenemos pasado. No era cuestión de poner a pipiolos a dirigir lo que debe ser una época difícil en la que queremos tanto seguir en el carro de la primera división europea o volver a ella y al mismo tiempo empezar a producir puestos de trabajo para cerrar la inagotable herida del desempleo. No va a ser fácil, aunque seguramente será menos difícil por la parte que le toca a las administraciones y su desastrosa gestión económica. Solo con cumplir los criterios de convergencia europea ya habrán dado un primer paso para cumplir un doble objetivo: eliminar el déficit, sobre todo el autonómico, y después de conseguir esto, disponer de dinero en caja para poder gastarlo razonablemente. Y la única manera de gastarlo así es creando empleo, no con más funcionarios que ganen 100.000 euros al año sin aparecer por la oficina, sino con brigadas de obreros que pongan decentes las calles, más policía para que la ciudadanía esté tranquila, más obras públicas necesarias y no como ese tramo Orense-La Coruña del AVE del cual me gustaría conocer dentro de seis meses sus cifras de ocupación de pasajeros por convoy… hay mucho que hacer, y debe ser rápido y bien hecho.

Algo de confianza debe generar el nuevo proyecto de Rajoy, ya que durante los últimos días en los que ha aparecido lo justo y necesario para lanzar unas cuantas ideas y formar gobierno, la prima de riesgo por comprar deuda española ha bajado significativamente, lo cual significa que si estábamos vendiendo una media de 3.500 millones por subasta al 5% de interés ahora estamos vendiendo más de 5.000 al 3.9%. Es un avance. Lo es porque no nos engañemos, con ese dinero se están pagando las pensiones y los sueldos de los funcionarios ya que en caja no hay un euro.

Tenemos por delante una legislatura en la que los populares no se encontrarán con oposición para aprobar todas las iniciativas que consideren necesarias. Dará igual que Cayo Lara se pase el día ejerciendo su inagotable verborrea dialéctica de cara a la galería como homenajeando al incontinente Llamazares y sobre todo anticipándose a acontecimientos que todavía no han sucedido como viene haciendo en los últimos días. Debe haber pasado sus buenos ratos y vinos con Rappel porque parece mentira la cantidad de predicciones que hace sin ninguna base ni datos que las contrasten. También dará igual que el PNV pida y pida y pida para apoyar al gobierno porque el gobierno no le necesitará, y también dará igual que CIU reclame una y otra vez las competencias fiscales para Cataluña sencillamente porque no se las van a dar, y menos si a su presidente, el siniestro Artur Mas, no se le ocurre otra cosa que cobrar a los ciudadanos 1 euro por cada receta que piden en la farmacia. Como si los ciudadanos tuvieran la culpa de que el gobierno anterior hubiera despilfarrado a manos llenas el dinero del que disponían y sobre todo el que no disponían. ¿Por qué no le pide cuentas al gobierno anterior, a ese que ha dejado diez mil millones de euros de déficit en caja de los cuales un tercio han sido generados en los últimos seis meses de gestión? No estaría mal que, para variar, se levantaran las alfombras y a los cheques de miles de euros por una cena en el mejor restaurante de Barcelona se le pusieran nombres y apellidos y se le exigieran responsabilidades. A mí me da igual que vayan a la cárcel, pero que devuelvan el dinero.

Me ha hecho mucha gracia el pique entre José Blanco, paleto de pueblo ex ministro de Fomento, y Jaume Camps, nuevo rico de familia bien presidente de Baleares. El primero se lanzó a degüello contra el segundo por el asunto de los trajes que le habían regalado, cuando resulta que por un lado le van a cazar más tarde que temprano por haber abierto los bolsillos sin parar a la hora de adjudicar licitaciones de obras en su querida Galicia natal, y por otro lado cuando el segundo presentó los trajes que le habían regalado resulta que le quedaban seis centímetros pequeños, con lo cual si se los hubiera puesto habría parecido un pescador. Pero no veo al paleto pidiendo disculpas por lanzar acusaciones falsas, lo cual ya es merecedor por sí mismo de una demanda por injurias y atentado contra el honor, sino que además él mismo se está hundiendo en el lodo, y es que no se puede poner la miel en forma de fajos de billetes de 500 euros en la boca del asno, y nunca mejor dicho. Las denuncias ya están puestas, y tarde o temprano caerá. Y yo me alegraré de que caiga porque le he visto en acción y no he conocido a persona más ufana y jactanciosa de un cargo que le venía tan grande como los bolsillos que ha abierto para recibir comisiones. Igual que a la mayoría de los miembros del último gobierno que como ya he mencionado, se mantuvieron unos meses en sus cargos sin dar un palo al agua porque tenían la consigna de no hacerlo por parte del ínclito ZP al haberles pagado ya por sus servicios y para no estropearlo más de lo que ya estaba.

Así pues, tenemos cuatro años por delante para que los azules hagan todo lo que tienen en mente. El desastre socialista nos ha llevado a la ruina; nos quedan 48 meses para ponerle nombre a la gestión popular. Y que lo hagan bien, oiga, que parados estamos muchos y desahuciados por no poder pagar la hipoteca otros tantos. Y no creo que a nadie de 40 años le guste tener que haber vuelto a vivir en casa de sus padres. O no disponer de recursos para alimentar a sus hijos pequeños. Al menos que nos quede el color verde de la esperanza.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Bibliografía

Novela:

El asalto al poder: la primera cruzada
El asalto al poder: una victoria necesaria
El castigo de Victoria
El proyecto Rosalía

Ensayo:

El legado del padrino

Relato corto:

Realidades que se convierten en sueños
Las cenizas del olvido
Una adopción deseada
La luz que se apaga

Artículos de opinión en http://www.elimportuno.com/:

El fin de la mediocridad
Guipuzcoano o extranjero
Cosas que hay que cambiar
De escudo en escudo
El panorama que espera
El vendedor de humo
España campeona de Europa
Indignados, nosotros
La campaña y el debate
La gran jugada de Alfredo
La hipocresía del tabaco y el alcohol
La polémica de las centrales nucleares
Llamadme Alfredo
Mentalidades de otro planeta
Ole sus huevos
Personas diferentes en un mundo de iguales
Presidente de un solo mandato
Un país multipolar
Un poco de fútbol

lunes, 12 de diciembre de 2011

Cosas que hay que cambiar

Nos esperan tiempos difíciles. Siempre hemos sido una sociedad que se tomaba el brazo entero cuando le ofrecían la manga, y ahora estamos pagando las consecuencias de los despilfarros y la incalificable cara dura de los que han tenido el honor de disfrutar de poder y dinero. Lo del poder no nos importa demasiado dado el número de mediocridades a las que se lo hemos concedido, pero lo del dinero ya es algo más grave.
También hay que añadir nuestra propia idiosincrasia de personas acostumbradas o deseosas de querer aparentar lo que no somos; por ejemplo, ricos. Si vivimos en un país con varios millones de mileuristas no podemos creer que dentro de cada uno hay un Rockefeller en potencia porque no es así. De todas maneras, el CIS insiste en que la renta per cápita media de nuestro país es de 22.000 euros anuales. Si hacemos un sencillo cálculo eso se traduce en 1.833 euros mensuales. De entre nuestro entorno, familiares, conocidos, vecinos, ¿de verdad son mayoría los que ganan ese sueldo cada mes y más que ese sueldo para establecer la media con un amigo mío que lleva diez años dedicado a la informática y gana 850 y si pide un aumento de sueldo en su empresa le dan a elegir entre ganar lo mismo o echarlo a la calle para cubrir su puesto con alguien menos cualificado y que trabajará por 750?
He aquí unos ejemplos de las cosas que hay que cambiar para que este país salga adelante. Si algo hemos aprendido con la sucesión de gobiernos durante la democracia es que la derecha tiende a ser dictatorial y la izquierda tiende a llevarse todo lo que pilla por delante, es decir, el dinero de la caja. ¿Qué preferimos, a gobernantes que se suban a la parra prohibiendo cosas ante las que nuestra sagrada libertad se resentiría o a gobernantes que nos dejen hacer lo que nos venga en gana, incluyendo que sus hijas de catorce años se tomen la píldora del día después sin que sus padres se enteren, y cuando no nos demos cuenta abran la caja fuerte y se lleven todo lo que hay y lo que no hay?
Las cosas que no pueden ser, por poner algunos ejemplos:
-Hasta el cambio de alcaldía, el municipio de Jerez de la Frontera (209.000 habitantes) disponía de 300 funcionarios municipales, de aquellos que no han ganado su plaza por oposición si no a base de dedito, con un salario de 100.000 euros anuales. Y no hablamos del alcalde, hablamos de quien le atiende tras un mostrador cuando acude a solicitar información.
-Ya conocemos el caso de Castilla La Mancha. Cuando Cospedal levantó las alfombras, se encontró con 3.000 facturas pendientes de pago, muchas de ellas por servicios solicitados poco antes de celebrarse las elecciones autonómicas. Una costumbre muy fea la de gastarse lo que hay y lo que no hay cuando sabes que vas a perder las elecciones. Al infumable Artur Mas le pasó lo mismo en Cataluña, Montilla le había dejado un par de miles de millones en deudas y el presupuesto de 2.012 absolutamente comprometido por falta de liquidez y vencimiento de las deudas a corto plazo. De ahí los recortes que está haciendo, aunque habría que preguntarle si él y todos sus adláteres se han recortado el sueldo un 50%, por poner un ejemplo.
-El patrimonio de la Casa Real. Uno de los grandes desconocidos de este país porque no es políticamente correcto hablar de él. Pero yo me pregunto: ¿De qué sirve tener una flota de 20 coches de época que no se usan, precisan de mecánicos especializados y que cada uno de ellos puede llegar al millón de euros en una subasta en Londres? ¿De qué sirve tener varias decenas de palacios repartidos por todo el país a los que a lo mejor no han ido nunca y que solo generan gastos de mantenimiento como el de un jardinero que cobra 6.000 euros al mes y ni siquiera pueden ser visitados por la población?
-Asesores, consejeros, amigos de un amigo y la vecina del quinto. Una vez leí que por un informe de impacto medioambiental para construir un tramo del AVE se había pagado a una consultora 100.000 euros por tres meses de supuesto trabajo y, no se lo pierdan, un estudio de tres páginas. Y lo peor de todo, las fuentes consultadas aseguraban que no se había llegado a leer. Hasta el alcalde de mi pueblo no sale a la calle sin llevar a media docena de personas con él y por supuesto el Audi A8 blindado de 120.000 euros que se ha debido vender como churros por todo el mundo, ya que solo con echar un vistazo a las noticias veremos un ejemplar tras otro. Menos mal que no se atreven a aparecer en limusina.
-Nosotros mismos. Las entidades bancarias se han comportado como auténticas irresponsables concediendo los denominados créditos de alto riesgo a personas que con su sueldo de novecientos euros mensuales entraban para colar una hipoteca de 800. ¿Resultado? Dos millones de pisos vacíos en España, 250 familias desahuciadas cada mes y esa incalificable ley que permite a los bancos quedarse con el piso mientras obligan a los deudores a seguir pagándolo. Además el anterior y gracias a dios olvidado gobierno les permitió convertirse en agentes de la propiedad inmobiliaria, con lo cual aunque pongan sus pisos de alquiler a 200 euros al mes saldrán ganando. Luego jubilan a sus directivos pagándoles 30 millones de euros de finiquito cuando han sido intervenidos y financiados con dinero público porque estaban en números rojos. ¿Cómo no lo iban a estar?
Podríamos seguir así durante hojas y hojas. Al nuevo gobierno se le va a exigir, curiosamente, la seriedad que no se le ha exigido al anterior. Zapatero se ha ido de rositas y lo más desternillante, no se ha vuelto a León a una casita modesta con su esposa soprano y esos dos helados de fresa que tiene por hijas, no. Ha alquilado un chalet en una de esas urbanizaciones alucinantes de Madrid por el que va a pagar 2.500 euros al mes. ¿Verdad que ni usted ni yo ganamos ese dinero? Y la jubilación asegurada, por cierto, solo por haber sido diputado siete años con el 100% del sueldo. Otra cosa que hay que cambiar.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Mentalidades de otro planeta

A lo largo de los años me he dedicado a observar el comportamiento de las personas que me rodeaban e incluso de las que solo pasaban a mi lado. Dicen que en la vida hay dos tipos de seres humanos, los que actúan y los que ven actuar a los demás. Yo he debido ser de los segundos durante la mayor parte de mi vida, ya que me asaltan continuamente recuerdos sobre situaciones observadas por el simple hecho de mantener una conversación con cualquier otra persona y que una frase haga volar a mi cerebro hasta veinte años atrás.
Recordando buena parte de la historia de nuestro país, llego a la conclusión de que nunca hemos sido un conjunto de ciudadanos que demostrara una admiración especial hacia ningún otro país del extranjero. Sin ir más lejos, a los franceses les llamamos gabachos, término heredado del catalán de cuando nuestros antepasados luchaban contra ellos en la guerra de independencia; a los portugueses les consideramos seres inferiores y no son pocas las voces que hablan de una unificación España-Portugal que siendo sensatos no aportaría nada más que quitar una línea de separación en un atlas geográfico; nos reímos de los ingleses por esas extrañas costumbres de conducir por la izquierda con el volante a la derecha mientras nos olvidamos de que los primeros coches construidos en Estados Unidos funcionaban de esa manera y fuimos los europeos los que cambiamos el volante y la orientación de la circulación, además de esa desagradable manía de beber la cerveza templada tirando a caliente o de tomar el té ardiendo con una nube de leche como dicen ellos. Nuestras mujeres en general no soportan a los italianos porque todos se creen los piu bellos y cuando vienen a España piensan que llegan al paraíso del sexo libre y lo que es peor, no aceptan un no por respuesta; si subimos de Suiza hacia el norte nos encontraremos con que a las cinco de la tarde las calles de las grandes capitales como Bruselas, Amsterdam u Oslo se encuentran completamente vacías de personas porque allí se trabaja de 7 de la mañana a 3 de la tarde y el clima tampoco ayuda a salir a cenar a las once de la noche como hacemos nosotros, y de Marruecos hacia abajo, qué vamos a decir que no suene a racista, por no hablar de la América hispanohablante, aunque en este último caso el desdén es mutuo, por nuestra parte por considerarles los conquistados y por la suya por considerarnos los invasores. Y van ya quinientos años así.  Que se lo digan a los gallegos.
Sin embargo nosotros estamos entusiasmados de miramos el ombligo y contemplar al resto del planeta con desdén. Hemos sido ejemplo de una transición hacia la democracia citada en todo el mundo por su rapidez, corrección y moderación durante un proceso por lo general traumático y lleno de actuaciones ante las que se hace la vista gorda, pero no hemos cambiado nuestra mentalidad. Hace unos 20 años jugaba al baloncesto cerca de mi casa en Barcelona y el padre de un conocido atravesaba la cancha para atajar en dirección a su domicilio; se cruzó con un vecino y al saludarse uno preguntó: “¿A dónde vas?” y éste le contestó: “A comer si me dan”. El hombre llevaba treinta años trabajando en la misma fábrica y su esposa era la tradicional ama de casa que cuidaba del hogar y los hijos y gestionaba el salario mensual de su marido para toda la familia como se hizo durante la segunda mitad del siglo XX, esa fue la propuesta planteada desde las alturas y aceptada por los ciudadanos hasta que la misma evolución de la sociedad ha marcado pautas diferentes llevadas por todo tipo de factores que han cambiado lo que en otros tiempos era normal y hoy no deja de ser una reliquia del pasado a la que no interesa volver, por nuestro propio bien.
Pero no hemos abandonado nuestra mentalidad histórica enquistada como una pústula que no somos capaces de arrancar de nuestro cuerpo. Por poner un ejemplo que le quede claro al lector, en España todavía se sigue llamando puta a la mujer que frecuenta la compañía de hombres más de lo que la decencia aconseja a pesar de que una puta por definición es aquella que cobra un estipendio por sus servicios sexuales, pero no por ese proceder, si no como el mayor insulto que se le puede proferir a cualquier mujer cuando hace algo que a determinado hombre no le gusta, y suele implicar un cierto grado de venganza porque probablemente, por muy puta que sea esa mujer no se ha querido acostar con el autor del insulto y es la única vía de escape que encuentra para su frustración. Hace siglos que se acuñó la frase de es más puta que las gallinas, siempre con esa histórica tendencia a convertir el insulto en la mayor de las humillaciones que intentamos infligir a los demás y en este caso citando el ejemplo de un corral que no es precisamente un lugar donde la mayoría de nosotros quisiéramos permanecer durante veinticuatro horas.
Sin embargo, y cambiando al otro lado, cuando se quiere insultar a un hombre para dejarlo por los suelos se le llama maricón. Siempre ese matiz sexual que acompaña a la idiosincrasia más escondida de nuestra población. Citando un dicho mucho más reciente ya que la homosexualidad se ha escondido durante siglos en nuestro país por considerarse una vergüenza impropia del macho hispánico, y seguimos con los tópicos típicos y repugnantes, me viene a la cabeza el ya clásico maricón el último que casualmente ha aparecido en la página personal de un famoso político durante los últimos días y que, al menos, le ha costado la dimisión, motivada entre otras causas por la presión de los colectivos de gays y lesbianas que se han lanzado al cuello de este infeliz al que en mi opinión, lo mejor es no hacerle ni caso. Solo de esa manera se llegará a la normalidad entre las tendencias sexuales, ya que el otro extremo, la obsesión, nos convierte en esclavos de nuestros fantasmas y sirva de ejemplo una reciente sentencia de un juez que absolvió a un ciudadano que había tenido la cortesía de ejercer de rey Baltasar en una cabalgata navideña y en su ímpetu por repartir caramelos al mayor número posible de personas fue a impactar con uno de ellos en la cabeza de una señora con tal fuerza que le causó una herida. Y la señora le denunció. El auto no tiene desperdicio, sus conclusiones están llenas de ironía y viene a decir a la acusadora poco menos que deje de hacer perder el tiempo a un juez con semejantes pamplinas, ya que tiene asuntos más importantes que atender. Contemplaba la noticia por televisión y al tiempo que me reía de la señora a la que se le termina el mundo porque un caramelo le haya dado en la cabeza lanzado desde diez metros por un hombre disfrazado que le lanza caramelos a otras cincuenta personas que no se quejan, también pensaba en la excesiva originalidad del auto emitido por el juez, de quien pueden estar seguros de la intención de ganar notoriedad con una sentencia que se haría conocida más allá de su juzgado.
Decía un antiguo jefe mío, también en su línea de hombre joven en cuanto a la edad pero con la misma mentalidad anquilosada, que en este país no es que se follara poco, es que siempre follaban los mismos, obviamente incluyéndose a él, y lo más gracioso del caso es que según me enteré él y su esposa intentaban tener un hijo pero por medios naturales no lo conseguían y llevaban un par de años mediante la fecundación in vitro, con lo cual este buen hombre le daba más a la mano que a cualquier otra cosa. ¿Ustedes en qué grupo se incluyen, en el primero o en el segundo?

sábado, 3 de diciembre de 2011

Reflexión

La naturaleza de los tiempos actuales es la obsesión.

Cantar al amor V

Hoy me falta tu sonrisa
enseña a mis pupilas su magia
Hoy me falta tu piel
envuelta en ese jazmín que me posee
Hoy me falta tu tacto
tus dedos vigilando mi camino
Hoy me falta tu cuerpo
pegado a mi deseo, dueña de él

Hoy me he levantado viajero
caminando por los senderos de tus cabellos al aire
conociendo tus ventanas prohibidas entre retazos de oscuridad
Hoy miro al mediodía peregrino
¿cuántas rutas perdidas me quedan por descubrir?
¿cuántos atajos ignoraré para llegar a mi destino?

Hoy veré anochecer buscando tu posada
perdido en montes frondosos, acariciando sus tallos
poseído por la inmensidad de tu selva por descubrir
Hoy dormiré entre tus brazos
refugiado sonriente entre tus delicados pechos
que acogen mi vida, mis sueños, mirada ilusionada

Hoy me entregaré una vez más
a los ecos de sirenas nacidos de tu pecho
recorreré tu cuerpo hasta ser uno con él
bordearé las cumbres de tus montañas
dibujaré un “te amo” en tu ombligo con mis labios
separaré tus puertas de entrada bajo tu mirada entregada
cerraré con llave y, hasta un nuevo amanecer, volveré a ser tuyo.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Ole sus huevos

Una de las expresiones más castizas de este país. Se ha utilizado tantos millones de veces que huelga explicarla. En este caso yo me referiré a un par de ejemplos muy cercanos en el tiempo: una usuaria de un grupo al que estoy suscrito en Facebook respondió con ese comentario cuando otra usuaria explicó en el grupo que conocía a una persona en su ciudad natal, funcionaria por más señas, que entre otras situaciones igual de gratificantes moralmente se dedicaba cada día de su jornada laboral a fichar a las 8 de la mañana, marcharse y volver a su puesto de trabajo, que no a su trabajo, a las 14:30 para volver a fichar y marcharse para casa hasta el día siguiente sin haber dado un palo al agua en todo el día. Y otra usuaria del grupo comentó que si ella pudiera haría lo mismo y utilizó la expresión que da nombre a este artículo. Ello ha dado lugar a un pequeño debate en el grupo sin mayor importancia.
Yo me encendí cuando leí esa expresión porque considero que, además de los problemas que causa una situación de crisis económica en la que hay tantísima gente que está deseando trabajar y no puede porque nadie le ofrece un puesto, todavía creo que es mayor problema que cuando alguien que tiene el p-r-i-v-i-l-e-g-i-o, y lo digo con esas palabras porque eso es lo que es, de disponer de un puesto de trabajo para toda la vida, se acomode de tal manera que llega a faltar al respeto a todos aquellos que no lo tenemos. Para mí es un ejemplo de una catadura moral tan baja que así le va al país cuando tenemos los trabajadores que tenemos, por eso no puedo evitar esbozar una mueca irónica cuando contemplo quejas de funcionarios acerca del recorte de sus sueldos o que les obligan a trabajar dos horas más a la semana.
Sé que los lectores se me pueden echar encima al leer esto, así que pondré un segundo ejemplo doble tan clarificador como vergonzoso: cuando vine a vivir a mi actual residencia, tuve que hacer unos trámites en la Seguridad Social. La primera vez fui yo solo y a primera hora de aquí son las nueve de la mañana, en este rincón del país los ciudadanos se levantan tarde. Como no había nadie fue un sencillo procedimiento de solicitar información acerca de la gestión que necesitaba hacer y una vez indicada la mesa correspondiente, me atendieron en el acto. Pero la segunda vez tuve que volver con mi madre, una mujer ya mayor y pensionista que no tiene ninguna necesidad de levantarse a las 7 de la mañana como yo, de forma que llegamos a la misma oficina unos días más tarde sobre las diez de la mañana. Cogimos número para pedir información y por una de esas casualidades de la vida me fijé en una de las funcionarias que estaba sentada en una mesa con el marcador digital de número de cliente para atender apagado y la silla de enfrente vacía y que justo cuando entramos mi madre y yo se levantaba de la mesa y cogía su monedero para ir a desayunar como si lo que estaba sucediendo en una oficina llena en aquel momento, del orden de treinta personas esperando turno, no fuera con ella.
Pasaron las diez y media, las once y las once y media y la funcionaria seguía sin aparecer, de hecho fue la única que se marchó ya que sus compañeros siguieron atendiendo a los presentes con más o menos ganas según se veía en sus rostros. Yo creo que uno de estos funcionarios llega un momento en el que se harta de su trabajo de semejante manera que acaba trasladando su apatía y desidia a las personas a las que atiende. Yo voto por el reciclaje, pasarse 30 años sentado en una mesa haciendo exactamente lo mismo todos los días no es bueno para la actitud de los funcionarios que solo tienen que coger unos formularios y rellenarlos, los mismos formularios durante treinta años como ya he dicho y que yo, sinceramente, acabaría hasta las narices.
Pues la protagonista de mi historia apareció a las doce y veinte de la mañana. Mi madre y yo todavía estábamos esperando a que nos atendieran porque se había estropeado el sistema informático y no podían hacernos la gestión, y menos mal que no nos atendió esa señora porque acto seguido yo hubiera ido a la inspección de trabajo a denunciarla. Volvió dos horas y veinte minutos después de haberse ido cuando la oficina hace un horario de 9 de la mañana a 3 de la tarde, es decir, trabajan 6 horas cada día y esa señora ese día trabajaría tres y horas y media y se iría a su casa tan ricamente, y lo mejor de todo, llegó cargada con cinco bolsas de plástico blanco llenas hasta los topes y procedentes de tres supermercados diferentes de la zona que acababa de visitar. Como nadie de los que estábamos presentes cuando se marcho seguía allí excepto mi madre y yo pareció lo que esa señora pretendía aparentar: que se había ido a tomar un café media hora atrás y había vuelto con la compra de la semana hecha. Y durante los siguientes veinte minutos no hizo nada más que mover unos papeles, sin encender el controlador de turno.
Otro caso sangrante: los médicos. Hace poco llevé a mi abuela para una revisión con su médico de cabecera y cuando llegamos a la puerta de su consulta había un señor esperando desde hacía veinte minutos. El señor nos confirmó que tenía hora para diez minutos antes y sabía que la médica estaba dentro porque la había visto entrar, pero en veinte minutos no había salido de la consulta para empezar a llamar por el nombre, como suele hacerse en estos casos. Diez minutos más tarde, es decir, cuando tanto el paciente como la médica llevaban allí media hora, la galena se dignó a salir por la puerta y llamar al señor, que ya entró con cara de mala leche pero los gallegos tienen un aguante que yo no he visto en otro sitio. Le atendió en menos de cinco minutos, el señor salió visiblemente enfadado porque no le había solucionado el problema que le había planteado y abandonó el centro de atención primaria entre improperios en gallego. La médica tardó otros veinte minutos en salir por la puerta y llamar a mi abuela, sin tener absolutamente nada más que hacer que su trabajo, y cuando ya había ocho personas esperando en su consulta.
Saquen sus propias conclusiones de porqué vivimos en el país que vivimos y tenemos la prosperidad que tenemos. Si los que la producen están más pendientes de jugársela al Estado que de hacer su trabajo, nunca iremos a ninguna parte.

lunes, 21 de noviembre de 2011

sábado, 19 de noviembre de 2011

Una adopción deseada

Mis abuelos se jubilaron en 1.983. Naturales ambos de Caldas de Reis, al norte de la provincia de Pontevedra, habían emigrado a tierras vascas para que mi abuelo, pintor, restaurador, carpintero y artista excepcional, aceptara un puesto de trabajo en Hendaya, más allá de la frontera francesa, para pintar los trenes que la RENFE fabricaba a destajo durante la década de los sesenta y que lamentablemente aún siguen circulando a día de hoy en los trayectos de cercanías de muchas de nuestras provincias. Después de treinta años de ir y venir en ciclomotor desde su domicilio en la calle Luis Iranzu de Irún hasta la fábrica, como buenos gallegos que eran decidieron volver a sus orígenes al cumplirse su merecido tiempo de descanso laboral. Se encontraron con que su pueblo de origen no había prosperado en demasía durante aquellos años de exilio y postguerra y cada cinco metros de paseo por sus calles encontraban a algún conocido al que saludaban aunque hiciera veinte años que no le veían, por lo que decidieron buscar otras opciones de vivienda para disfrutar de una tranquilidad necesaria, alejada de los chismes del pueblo. Hermanos y hermanas de ambos se habían decantado por la ciudad: Pontevedra, Vigo, Santiago… Pero ellos no deseaban retirarse en la urbe sino disfrutar de una villa a medio camino entre el pueblo que habían abandonado para buscar la prosperidad y las ciudades en las que vivían sus familiares más cercanos. Y esa villa a medio camino fue Vilagarcía de Arousa.
            Recuerdo bien nuestra primera aventura para llegar a tierras arousanas.  Mi tío se había empeñado en llevarnos en coche desde Barcelona a mi hermana y a mí y durante el trayecto nocturno y para no dormirse cruzando tierras castellanas hizo algo que no he vuelto a ver en treinta y nueve años: recoger a un pasajero desconocido a las cuatro de la madrugada alrededor de Soria, cuando todavía se debía atravesar la ciudad, huérfana de circunvalaciones asfaltadas. El viajero era un chico joven que se dirigía a Burgos y le dio conversación a mi tío durante los ciento cuarenta kilómetros que separaban una capital de la otra, aunque ni mi hermana ni yo, que luchábamos por quedarnos dormidos en un lugar tan incómodo como el asiento de atrás de un Renault 8 cargado de bolsas de viaje, recordamos aquella conversación de carretera.
            Llegamos cerca de nuestro destino final, a O Grove, donde tenía fijada su residencia mi tío, sobre las siete de la mañana, y todos aprovechamos para desayunar, ducharnos y dormir unas horas antes de acudir al nuevo piso de mis abuelos. Hacia las cinco de la tarde enfilamos camino de Vilagarcía y atravesamos todas las poblaciones que cuajaban la carretera general hoy reemplazada por la PO-550 hasta llegar a una recta más que sin embargo se convirtió en la última del breve viaje cuando mi tío nos señaló el edificio donde vivían mis abuelos. Por aquel entonces, y con sus nueve plantas, debía ser de los más elevados del pueblo, construido junto a otro de mayor antigüedad y acabado en ladrillo anaranjado, algo poco habitual en una zona en la que las viviendas solían rematarse en piedra para protegerse de la humedad de los muchos días de lluvia. Las vistas por aquel entonces eran magníficas, y aunque mis abuelos habían cometido el error de comprar un piso bajo por aquello del miedo a las alturas a su edad, cuando subías al todavía desocupado noveno veías el mar por encima de los árboles. Era la calle en la que se decía que empezaba Vilagarcía aunque según los planos había que retroceder más allá de la recta para determinar el límite municipal. Tras los receptivos besos y abrazos a mis abuelos, salí al balcón, cerrado con las cristaleras que se llevaban entonces y que ofrecían una muy buena protección contra las abundantes tormentas de la zona, y contemplé lo que parecía una semilla que todavía debía germinar a ambos lados de la carretera de entrada al pueblo. En mi acera tan solo los dos edificios mencionados y unas pocas casas cincuenta metros más abajo salpicaban la zona, mientras la acera de enfrente todavía se veía más desangelada ya que justo al otro lado de la calle parecían haber cumplido un capricho urbanístico en forma de residencia particular de la que debía ser una de las familias bien de la zona, y a continuación, tras el muro y calle abajo, nada más. Un trozo de tierra mayormente invadido por zarzas, arbustos, matorrales y hierbas salvajes, seguido de otro trozo de tierra con los mismos invitados. Así hasta donde se perdía la vista. Nuestros abuelos nos llevaron a pasear por el centro del pueblo, y aquello era otra historia: la plaza de Galicia, con su impresionante edificio de quince plantas que se había dejado de construir por orden judicial y veinticinco años después tras resolverse todas las disputas legales se rehabilitó y se convirtió en el edificio Lara; el café Plaza hoy desaparecido, lugar de encuentro habitual de los que salían del por aquel entonces floreciente casino y las calles entrantes a la plaza como Castelao, que interrumpía su camino en el puente sobre del río del Con para dejar paso al conjunto de Vista Alegre con su pazo y su convento de clausura, y la calle Arzobispo Lago que como bien sabían los nativos del lugar moría en la calle del mercado de los martes y los sábados. Hacia el puerto encontrábamos la zona del Cavadelo, que consistía en un pedazo de tierra en cuyo extremo izquierdo se habían acondicionado unas vallas para albergar un campo de fútbol en el que se jugaba una vez al año un torneo de veinticuatro horas conocido por toda la comarca, más tierra despejada y a continuación la explanada donde los camiones medían su carga efectiva antes de salir a un viaje internacional. No había mucho más que ver, era un pueblo al que le faltaba que alguien, llámese alcalde, llámese iniciativa privada constructora o grupo de emprendedores como se denomina en la actualidad cogieran el toro por los cuernos y decidieran que iban a convertir aquel lugar de deficiente distribución urbanística y gran desigualdad en cuanto al reparto de la población en una ciudad.
            Y lo hicieron. Empezaron por lo que parecía más urgente para la ciudad, un centro comercial para que sus habitantes no tuvieran que viajar hasta Pontevedra o Santiago para realizar sus compras de primera necesidad. Así pues, se acondicionó el gran solar de que disponía el municipio para ello, situado entre los límites que marcaba el conjunto de Vista Alegre y la acera de enfrente de mis abuelos y levantaron allí un complejo modesto pero sostenible y funcional. Un hipermercado y a su alrededor un puñado de pequeños negocios, y como gran obra para el esparcimiento del pueblo, el que todavía es en la actualidad el parque más grande de la villa, con un escenario magnífico para todo tipo de actuaciones culturales y musicales a los que los habitantes del pueblo y toda la región en general son tan aficionados. A continuación mi querido Cavadelo, ese trozo de tierra que desapareció para dar lugar a un parque que limitaba con el mar, un aparcamiento y una gran cafetería. El pueblo se iba transformando e incluso la desembocadura del río, que te obligaba a menudo a taparte la nariz con un par de dedos cuando la atravesabas debido al vertido de multitud de productos contaminantes de las empresas de la zona siempre carentes de escrúpulos, se convirtió en un lugar de modesta belleza pero que consiguió erradicar aquella situación tan desagradable para convertirse en una desembocadura más, erradicando una merecida fama de maloliente en toda la comarca.
            Hoy Villagarcía es una ciudad. Y es mi ciudad. Se ha construido un auditorio, un complejo de cines al que acuden vecinos tanto del Salnés como del Barbanza, el estupendo parque Miguel Hernández donde se realizan actividades culturales y gastronómicas como la “noche de las tapas” o la “noite meiga”; se ha convertido toda la zona centro en peatonal desde el convento de Vista Alegre hasta el final de Rey Daviña; se ha trasladado la que al principio era una feria de productos agrícolas y ganaderos que se celebraba una vez al año al lado del pesaje de los camiones a su propio recinto ferial, la acera de la calle de mi abuela se ha llenado por completo de edificios y se ha construido un ramal de comunicaciones para que los vehículos pesados que transportan mercancías bien desde el muelle de carga del puerto bien desde las empresas de los alrededores no alteren la circulación y por fin, se ha creado un hospital comarcal para atender a cincuenta mil personas necesitadas de él.
            Y yo, después de veinticinco años de venir a mi pueblo de vacaciones, he decidido volver a él para no abandonarlo. La amabilidad de sus gentes, la tranquilidad de la vida gallega, su inigualable gastronomía y mi propio deseo de abandonar el caos de la gran ciudad hicieron el resto. Ahora soy hijo de esta villa. Adoptivo, pero hijo. Y soy feliz.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Cantar al amor IV

Es la nuestra una historia de amor y odio
Un libro enorme y antiguo con las páginas en blanco
Un mapa sin pistas que al final contiene un tesoro
O quizás no, o quizás no

Somos como dos monarcas en un mismo reino
Apagando la verdad de la llama que no ofende
Y sin pensar en nuestro otro yo
Seguro que no, seguro que no

Pienso en ti como en la flor de las montañas
La que solo los elegidos pueden alcanzar
La que sobrevive a la fuerza de la tormenta
La que sabe con su amor el dolor suavizar

Porque ya estoy muy cansado de escribirte palabras de amor
Que no pueden ni podrán con la fuerza
De este dolor que me llena y me quema
Y me hacen sentir que no sirvo para nada
En esta vida que hay que sufrir para conseguir
La mitad de lo que quieres y por eso yo espero
Que algún día, algún día, algún día
Tú me quieras como yo a ti

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Cantar al amor III

Hoy volveré a decirte una vez más
que te quiero y eres mi sueño hecho realidad
y si tu silencio acompaña a mi voz
nunca volverás a oír de mi palabras de amor

Porque eres tú mi dios mi cielo
y sin ti mi dolor se queda sin consuelo
porque a tus besos yo ya pertenezco
y sin el calor de tus brazos me estremezco

Hoy voy a volver a decirte una vez más
que a tu lado la mañana se hace eternidad
y si tu mirada me responde que no hay para tanto
esa noche negra y maldita se apoderará de mi llanto

Porque eres tú mi agua mi alimento
y sin tu presencia yo me consumo por dentro
porque mi vida ha dado muchas vueltas
y aún no ha visto la luz al final de la tormenta

HOY VOLVERÉ A DECIRTE UNA VEZ MAS
QUE ERES TÚ MI VIDA Y MI REALIDAD
HOY VOLVERÉ A DECIRTE UNA VEZ MAS
QUE MIS SUEÑOS SE HACEN MAGIA AL VERTE LLEGAR

Hoy volveré a decirte una vez mas
que la luna brilla aunque no la quieras contemplar
y si no te importa olvidar mi corazón
sigue tu camino mientras yo muero de dolor

Porque eres tú mis ojos, mi tiento
y sin ti a mi lado yo me desoriento
porque sé que solo yo te quiero
y una sonrisa de tus labios yo aun espero

HOY VOLVERÉ A DECIRTE UNA VEZ MÁS
QUE ERES TÚ MI VIDA Y MI REALIDAD
HOY VOLVERÉ A DECIRTE UNA VEZ MÁS
QUE MIS SUEÑOS SE HACEN MAGIA AL VERTE LLEGAR

viernes, 11 de noviembre de 2011

Presidente de un solo mandato

Steve Jobs era un tipo muy peculiar. A diferencia de su rival pero amigo Bill Gates, que se limitó desde el principio de su andadura informática tras no finalizar sus estudios universitarios a comprar lo que otros pioneros habían creado en su lugar para integrarlo en sus programas y sistemas operativos, y es que todavía hoy después de más de veinte años de Windows todavía está por ver alguna novedad de los de Redmond que haya salido de su supuesta fábrica de ideas llena de jóvenes que ya no visten de traje y corbata como si eso supusiera una diferencia cualitativa con respecto a la comunidad Linux, formada por millones de entusiastas desarrolladores que trabajan por amor al arte, y los MACeros que siguen trabajando a diferencia de Microsoft con código abierto y por eso sus sistemas son mucho más seguros, siempre fue un personaje de ideas propias. Su reciente fallecimiento le ha encumbrado a los altares como uno de los genios precursores de la tecnología actual, cuando en mi humilde opinión nunca hubo para tanto.
Durante los años noventa, Jobs prácticamente desapareció del mapa. Sus desavenencias con sus socios y algunas de sus ideas que obtuvieron un clamoroso fracaso de ventas en el mercado hicieron que saliera por la puerta falsa y propició que durante una larga temporada Bill Gates se convirtiera en el arquitecto jefe, como a él mismo le gusta llamarse, del desarrollo tecnológico informático. Pero los grandes creadores acaban volviendo a la palestra porque un día se despiertan a las cinco de la mañana después de habérseles ocurrido la idea del siglo y ponen todo su empeño en llevarla a la práctica. El prestigio de Microsoft fue decayendo a medida que anunciaba nuevos sistemas operativos cada vez más desastrosos, que tuvieron sus puntos culminantes en Windows 95 y su famoso cuelgue en su presentación mundial ante los medios, el infumable Windows Millenium que a quien suscribe le dio de comer durante mucho tiempo por sus continuos fallos multimedia que se suponía que eran su punto fuerte, y en los últimos años con Windows Vista, uno de los mayores fracasos de la historia de esta empresa por su precipitada puesta en escena que no mejoró con los subsiguientes parches que a ninguno de nosotros nos hizo olvidar al que por fin parecía un sistema operativo decente, Windows XP con su Service Pack 3 y la versión 7 de su navegador. Al menos con Windows 7 no nos encontramos con tantos problemas como el nefasto Vista, aunque se podrían enumerar unos cuantos que no son objeto de este artículo.
Sin embargo Jobs reapareció con su incorporación a Apple y sus nuevas ideas. Los MAC siempre se han distinguido de los Wintel porque a igualdad de componentes, ofrecían mucha mayor potencia y estabilidad, aunque Jobs se llevó el gato al agua con su Iphone, su Ipod y su Ipad. Todos ideas suyas y todos consecuencia directa de comprobar cómo sus ordenadores Apple no iban a superar la cuota de mercado del 20% a nivel mundial que habían llegado a conseguir, aunque es curioso que en Estados Unidos todavía se vendan más MAC que Wintel, pero para el resto del mundo los MAC siguen dando tanto  miedo como los equipos corriendo Linux, mucho más especializado al tratarse de una evolución gráfica de un sistema operativo basado en comandos de consola que a los más viejos del lugar les recordará al MS-DOS 5, por poner un ejemplo. Para los no entendidos en estas lides, un MAC sigue siendo un ordenador para maquetar periódicos, componer música o hacer diseño gráfico profesional. En realidad sirve para cualquier otra cosa, pero las mentalidades no cambian y en eso Gates ha sabido llevarse el gato al agua.
Como iba diciendo, Jobs tenía ideas propias. Y por encima de todo, personalidad propia. Siendo como era uno de esos informáticos raros que nadie entiende y que vive en su mundo, parecido a Gates con su reconocido síndrome de Asperger del que podemos hablar en otro artículo, a medida que fue recuperando fama y prestigio dio rienda suelta a los matices más particulares de su personalidad. Se dice que no hace mucho, el de momento presidente de los Estados Unidos le invitó a la Casa Blanca para lo típico, una entrevista de unos minutos para charlar sobre temas tecnológicos de los que el presidente por supuesto no tenía ni idea, y lo que realmente le interesaba, hacerse unas fotos con el hombre de moda en Sillicon Valley y gurú de las nuevas tecnologías en todo el mundo, porque ¿quién no quiere tener un Iphone? Y a Jobs no se le ocurrió otra cosa más que decirle que por él encantado de hacer la entrevista, pero si quería verle tenía que ir él a visitarle. Y Obama fue. Tras unos minutos de banal conversación que seguramente se convertiría en un diálogo de besugos ya que un político sabe hablar de política y un genio de la tecnología sabe hablar de tecnología pero no saquen a ninguno de los dos de sus respectivos campos, cuentan que Steve Jobs se quedó mirando durante unos segundos a Obama y sin reprimirse lo más mínimo le soltó: “señor presidente, usted será presidente de un solo mandato”. Imagínense la cara que se le quedaría a Obama. Todos los presidentes norteamericanos aspiran a serlo durante dos mandatos y todo aquel que no lo consigue pasa a la historia como un fracasado, incluso hasta George Bush hijo obtuvo la reelección siendo votado por segunda vez mucho más que en la primera. Obama intentó pedirle explicaciones por aquella aparente genialidad que acababa de sacarse de la manga, pero Jobs no quiso abundar en el tema. A los genios no se les puede pedir explicaciones, simplemente te sueltan una sentencia de muerte, como ésta, y se toman un sorbo de su cerveza favorita como si no hubiera pasado nada.
¿Tendrá razón Steve Jobs? Apuesten a que sí. Yo lo pienso desde hace muchos meses. El “efecto Obama”, su impresentable premio Nobel de la paz y sus repetidos actos públicos para elevar su imagen a casi la de un líder mesiánico se terminaron. Ahora ya ha vuelto a la cruda realidad y la cruda realidad es que no está a la altura de su cargo. Hagan sus apuestas.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

El termómetro al rojo vivo II

Extraída de otro relato también pendiente de publicarse:

-No soy Alcántara, mi querido semental, pero te puedo decir que no están codificadas, al menos no la de tu habitación, es una simple banda magnética que reacciona si la presionas con cualquier tipo de lámina. Aquí puede entrar quien quiera. Y ahora, ¿qué tal si me follas? Me muero de ganas de comprobar cuánto aguantas con ese cuerpazo que tienes.
Aún aturdido, Valero dejó que Coral le hiciera todo lo que había venido a hacerle. La alicantina se deslizó hacia la cintura del militar e introdujo en su boca su miembro, ya en estado de alerta, y el coronel aferró las nalgas de Coral hasta dejar sus partes íntimas justo a la altura de sus labios. Durante unos minutos ambos se compenetraron perfectamente en la cadencia de sus bocas y la furia aletargada en el interior del coronel y la siempre latente en la alicantina hicieron el resto. Tras un primer coito en el que el camastro de la habitación se movió al mismo ritmo violento que las embestidas de Valero sobre el cuerpo de Coral, el militar no se dio por satisfecho. Levantó aquel cuerpo tan liviano como si fuera una hoja de papel y empotró de espaldas contra la pared a su nueva amante, quien emitió un gemido de satisfacción con los brazos en alto y acercando sus nalgas al desbocado miembro de Valero quien pugnaba por entrar por la puerta trasera de Coral, y allí permanecieron otra media hora sin parar. El coronel nunca lo había intentado de aquella manera, pero era la noche de las locuras y los instintos desenfrenados y ante la absoluta entrega de Coral dejaría que todas sus frustraciones sexuales se liberaran, más incluso que con Irene, que no era amante de las penetraciones traseras. Coral se movía como una posesa y Valero la empujaba constantemente contra la pared con toda su fuerza; ella inclinaba su cabeza hacia atrás y con un brazo buscaba la cabeza de su amante para rodearla y que le martilleara el cuello a mordiscos, besos o cualquier otro tipo de contacto que hiciera que sus poros se abrieran para albergar el máximo placer. Tras el coito anal y aún lleno de excitación, Valero la cogió en brazos, siempre sin decirse una sola palabra, sustituidas por gemidos o gritos, y se encerró con ella en la ducha, abriendo los grifos hasta la mitad para disfrutar de la ducha templada más excitante de sus vidas. Coral sonreía sin parar y ofrecía su cuerpo constantemente al coronel, lo cual provocaba que su erección no disminuyese y se mantuviera al máximo a pesar de que ambos contabilizaban ya tres orgasmos en su haber y el cuarto se antojaba más que cercano. De nuevo de espaldas sobre Valero y apoyada contra la pared del grifo de la ducha, Coral sintió aquella enorme masa de carne entrando dentro de ella y emitió un gemido que debió oírse en todo el complejo. Valero había aprendido bien de aquella noche con Irene, que le había enseñado que la mejor forma de disfrutar de un coito era lentamente, iniciando las embestidas de una forma suave hasta encajar el uno con el otro para conseguir la mejor combinación posible entre el roce de los órganos genitales, la humedad generada por la excitación y la unión de las cinturas, y a partir de ahí aumentar la velocidad gradualmente manteniendo la sincronización entre los movimientos de ambos. Y con Coral resultaba una experiencia única; a la joven asesina le gustaba tomar la iniciativa, pero también se excitaba mucho con el rol de amante sumisa que acepta todas las órdenes no verbales de su amante, y Valero había desconectado su mente por completo para dedicarse a satisfacerse a sí mismo ya que Irene Fernández se había hecho la mojigata durante las últimas semanas y no le había gustado no poder poseerla de nuevo, aunque fuera por haber intentado establecer la cadena de mando. La capitana pretendía ser su igual en todo momento y si hubieran iniciado una relación de pareja en aquel momento habrían resultado menos creíbles como mandos de aquellos asesinos, y Valero lo sabía. Pero en aquel momento estaba con Coral, la chica a la que habían detenido una noche a las cuatro de la madrugada cuando se abrazaba dormida a su marido engañado, la chica a la que violaban sistemáticamente en el centro psiquiátrico de la prisión de Sevilla, la chica que en aquel momento acariciaba cada parte de su cuerpo como diciéndole “seré tuya para siempre si lo deseas”. Quizás era una táctica para asegurar su supervivencia, quizás se había enamorado de él, ya que sus miradas durante las últimas semanas habían sido constantes y solo porque durante la noche cada uno de los cuatro jinetes eran encerrados en sus habitaciones no había podido consumar antes su deseo hacia el coronel, pero allí la tenía, completamente entregada y dispuesta a satisfacer todos los juegos que le propusiera sin poner un solo pero o rechazar sus iniciativas. Era la amante ideal, a pesar de que Valero estaba convencido de que su actuación en la taberna del pueblo unas horas antes se debía a su empeño en impresionarle hasta llegar a aquella traca final en la que Coral pedía a gritos que se derramara dentro de ella sin parar y por ello estimulaba constantemente su miembro para que el coronel, que tenía cuerda para toda la noche, no se detuviera en su afán de satisfacer a ambos.

martes, 8 de noviembre de 2011

Cantar al amor II

No sé cómo decirte que todo lo quiero vivir contigo
No sé cómo decirte que no dejas de sorprenderme ni un instante
No sé cómo decirte que te quiero y eres la sangre de mi vida
No sé cómo decirte que no volveré a vivir si no es por ti

No sé cómo decirte que las olas ya no rompen en la orilla como antes
No sé cómo decirte que el sol ya no brilla al mediodía entre las nubes
No sé cómo decirte que el rocío ya no nace en primavera al amanecer
No sé cómo decirte que te quiero

He escuchado tantas historias de Romeo y Julieta
que soñé al alba que la mía sería una más
y jugaba inocente con mis ilusiones
esperando que algún día las hicieras realidad

No sé cómo decirte que mis lágrimas cubren el papel en el que escribo
No sé cómo decirte que me matas al vivir tu vida sin contar conmigo
No sé cómo decirte que me siento incapaz de decir, adiós amiga
No sé cómo decirte que te echo de menos

Me he inventado tantas historias de amores rotos
que se han convertido en mi triste y repetida realidad
soy un alma en pena que camina sin saber a donde va
un corazón roto cuyos trozos nunca más se unirán

Y por eso

No sé cómo decirte que no quiero que camines sola
No sé como decirte que tú sabes que me quieres aunque solo me lo niegues
No sé cómo decirte que no puedes hacer caso a lo que digan los demás
No sé cómo decirte que sin ti no hay vida

Pero sí se decirte que a pesar de todo cada día yo te espero

viernes, 4 de noviembre de 2011

A la espera

Para una persona impaciente como yo, resulta todo un suplicio permanecer a la espera de que en algún momento suene el teléfono para darte la que en aquel instante será la alegría de tu vida. Aún sabiendo que es casi imposible. Aún sabiendo que lo más probable es que se lo dén a otro con más nombre que tú. A pesar de que la ilusión se termina y las posibilidades también. Pero no pierdo la esperanza. No creo que sea tan malo. Ni creo que ese mundo esté tan podrido aunque haya vivido otros, como el de la música, que sí lo están. Ojalá la suerte cambie y el destino intervenga.

jueves, 3 de noviembre de 2011

El termómetro al rojo vivo I

A veces las letras sirven para evadirte de la realidad y calmar tus más bajos instintos. Os ofrezco un fragmento de una de mis novelas, pendiente de publicación, en el que la temperatura sube hasta conseguir bajar la de quien escribe:

            El joven, en aquel momento oficialmente en paro a pesar de su triunfo, se decidió a salir del despacho en el que se había vuelto a encerrar sin que nadie le viera, y una oleada de calor inundó su cuerpo a pesar de no haber probado una gota de alcohol; por eso no había querido formar parte de la fiesta. Era el momento deseado desde hacía meses. Buscó a Mónica por todas partes pero no la encontró. Uno de los que todavía conservaban un mínimo de sobriedad en la sala le comentó que había ido a su despacho para atender el teléfono. Subió los tres pisos que separaban la sala de actos de su despacho por las escaleras de servicio y encontró una tenue luz encendida tras una puerta de cristal opaco, a la derecha de la cual había un cartel con el nombre de la candidata. Sergio entró y cerró la puerta. Mónica estaba totalmente ebria y con otra botella de Segura Viudas en la mano de la cual bebía abundantemente, una foto suya en aquel momento dos días antes habría dado al traste con toda la campaña; pero no dormía, parecía bastante despierta aunque no muy lúcida, y cuando le vio entrar, puso sus piernas encima de la mesa; ya se había desabrochado la mitad de los botones de su blusa y se apreciaba un perfecto busto bronceado en su totalidad; a la chica no le gustaban los bikinis. Le estaba esperando. Sin decir palabra, Sergio vació violentamente con su brazo derecho todos los utensilios que reposaban en la mesa de Mónica incluida la lámpara cuya bombilla se rompió al impactar contra el suelo y prácticamente a oscuras se dirigió hacia ella. La cogió por cintura y los brazos y la sentó encima de su mesa. Ambos se besaron apasionadamente mientras la economista tiraba la botella de cava al suelo, rompiéndola también, y Sergio le arrancó toda la ropa que llevaba encima de la falda. Pensó en aquel momento en practicar el acto sexual completo, como a él le gustaba, pero decidió que habría mejor ocasión, con lo cual empujó a Mónica hasta que quedó totalmente reclinada sobre la mesa e introdujo sus manos dentro de su falda hasta apoderarse de su tanga negro, que se guardó en un bolsillo para no devolvérselo, el trofeo de caza tan deseado. Como su erección ya era más que notable, se acercó a su improvisada amante hasta que su cintura quedó en el borde de la mesa y se metió dentro de ella. Mónica apenas se daba cuenta de lo que estaba haciendo, pero sí lo suficiente para saber quién la estaba poseyendo en aquel momento, y como era algo tan deseado por su parte como por la de Sergio, se sometió a su amante. No llegó a quitarle la falda, solo la subió hasta que las costuras de la misma no le permitieron hacerlo más y se puso manos a la obra. De la garganta de Mónica salió un gemido, mezcla de sorpresa y de deseo, e iniciaron el acto sexual violentamente pero de una manera continuada. Sergio aguantó, como en él era habitual, hasta el primer orgasmo de la política. Tras el segundo, se dedicó al suyo. Cuando ambos se quedaron satisfechos, el amante volvió a la carga depositando las largas piernas de Mónica sobre sus hombros e introdujo su cabeza entre ellas. Y ahí perdió el norte la política. Más de una hora permaneció Sergio ejercitando sus labios y su lengua en el interior de Mónica y en un momento, entre orgasmo y orgasmo, la triunfadora de la noche pronunció un “tú sí que sabes” que le hizo redoblar sus ejercicios labiales. Cuando a Mónica se le pasó la excitación y no cabían más orgasmos en su cuerpo, volvió a coger sus piernas e introducirse dentro de ella, en ese momento buscando de nuevo su placer personal, sin importarle a quien tuviera debajo de él. En unos veinte minutos llegó al orgasmo, con Mónica prácticamente dormida a causa del esfuerzo, y decidió que ya había cumplido su fantasía. Devolvió a su compañera al sillón de la mesa de su despacho y desapareció para volver a su casa y dormir un poco.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cantar al amor

Hace quince años que escribí esta canción y aún sigo más enamorado de la canción que de la persona a la que se la escribí. Afortunadamente. Las personas pasan, pero las letras quedan.


Parece que las horas vuelan cuando estoy a tu lado
viendo el mundo pasar
Nace la magia en tus labios y cuando me miras
el tiempo deja de avanzar
somos dos gotas de agua que un buen día serán todo un mar
mirando hacia el cielo pasan nubes que nos sonreirán
y la vida en tus brazos pasara, un camino que nunca acabará

Sólo sé que mis latidos se multiplican
cuando te veo llegar
aunque llegue pronto el día siguiente y sólo sienta
que te echo de menos
una sonrisa inundara mis labios nada más verte
y noto como se me acelera el pulso sólo con verte
y se me olvida todo lo que he pensado
durante esas noches de no estar a tu lado

Y deseando cogerte una vez más entre mis brazos
y deseando morder una vez más entre tus labios

He pensado muchas veces de madrugada
si tú y yo llegaríamos a algo
y me he visto tantas veces dando ese paso
que tú y yo tememos tanto
y no sé explicar lo que siento al verme allí atado
y no creo que se sueño sea lo que yo siempre he soñado
pero creo que me han predestinado
porque sino yo no aguanto a tu lado
a pesar de que estoy seguro
de que sin ti mi vida se ha terminado
se ha terminado

Agotando ilusiones

Surgen tantas ideas en la cabeza que no sabes con cuál de ellas quedarte. Intentas tantos caminos diferentes para no sumergirte en la vida convencional que llevan los demás que aun sintiéndote un bicho raro temes sucumbir ante la posibilidad de tener que sumergirte en la mediocridad que afeta a los demás como una plaga del siglo XXI de la que tampoco podrás salir.
Nunca me han gustado estas cosas, considero que  mis pensamientos son míos y de nadie más que míos, pero ¿por qué no intentar una cosa nueva, algo que le llegue a los demás y que te haga sentirte un poco más acompañado en estos eternos momentos de soledad en los que cuanta más gente te rodea más abstraído te sientes? Espero al menos conseguir ese objetivo.