domingo, 31 de agosto de 2014

Canciones que no te dejan indiferente VII

Hoy vuelvo a la música española para recordar un tema de un grupo que no tuvieron el mismo éxito que ellos mismos pretendían, aunque tampoco fueron unos desconocidos como toros que he mencionado anteriormente. Aurora Beltrán fue siempre el alma mater de esta formación. Tuvieron una carrera desigual, en la que destaca, en mi opinión, una versión de un tema que ellos transformaron en la canción Dime que no, con los arreglos correspondientes para su estilo y sus influencias. Llevaron la canción por todas partes, y aunque gustó, no arrasó como ellos pensaban, a pesar de tocarla en directo en algún festival con Álvaro Urquijo, de Los Secretos. Pero la cosa no pasó a mayores.
La solista del grupo llegó a pensar que la música le debía algo y poco menos que se encerró para alejarse del mundanal ruido en la sierra de Madrid. Desde entonces aparece de vez en cuando, pero nunca con la repercusión que ella misma pensaba que merecía.
Pero la canción está bien. Una voz ronca y desgarrada a lo Janis Joplin con algunos excesos en el falsete, en el que grita más que canta, pero se le puede perdonar. Sorprende ver a la buena de Aurora con esa expresión en el rostro típica de quien cree que lleva el peso del mundo a cuestas y además está enfadada con todo el mundo.
Pasen y escuchen. No pongo un vídeo en directo porque pierde demasiado con la versión de estudio.


Tahúres Zurdos- Dime que no

viernes, 29 de agosto de 2014

Cómo declararse independiente y no morir en el intento

No voy a dar mi opinión sobre lo que sucede en mi tierra de nacimiento.
Solo a explicar el proceso y lo que, a mi juicio, horroroso comodín léxico inventado por el ínclito Felipe González, va a suceder.


Ni el parlamento catalán ni el gobierno de la Generalitat pueden plantear un referéndum acerca de la autoproclamación como Estado independiente. O nación, como se le quiera llamar.


Se sacan de la manga la denominada Ley de Consultas. Esa Ley, una vez la aprueben en el Parlamento, faculta al gobierno para convocar una consulta, en este caso, soberanista. Es decir, decidir los habitantes de Cataluña por sí solos si quieren seguir formando parte de España o declararse Estado independiente. Por cierto, yo soy nacido en Cataluña y he vivido allí 37 años. ¿Podré votar?


Por supuesto, tanto el hecho en sí como la Ley de Consultas son anticonstitucionales. Sin más. Por ello, la Fiscalía General del Estado acudirá inmediatamente al Tribunal Constitucional para recurrirla, como es su obligación.


En el mismo momento en el que la Fiscalía presente el recurso, la Ley queda en suspensión. Poco importa que el TC la declare válida meses después. Los independentistas no quieren esperar, pero eso les impide convocarla en noviembre.


¿Qué sucederá a partir de entonces? Hemos de tener en cuenta la premisa inicial, es decir, que Convergencia y Unión NO gobierna Cataluña. Lo hace un señor llamado Albert Jonqueras como en la legislatura anterior lo hizo un señor llamado Carod-Rovira. A la hora de rascar poder, importa un carajo aliarse con CIU o con el PSC. Esto es lo que llevan haciendo estos señores ocho años. La de dinero que habrán ingresado en Luxemburgo.


Tenida en cuenta la premisa inicial, Artur Mas tiene que tomar una decisión. O ignora el recurso presentado ante el TC y por tanto está cometiendo un delito por el que probablemente sería detenido y puesto a disposición judicial, o, como es lógico y normal, se echa atrás y desconvoca el referéndum.


¿Qué pasará cuando desconvoque el referéndum? Que Jonqueras se enfadará. Y mucho. Y hará lo siguiente: presentar una moción de censura contra el gobierno de Mas en el Parlamento de Cataluña. ¿La ganará? La perderá? Probablemente, lo primero, aunque eso está todavía por ver. El PSC y el PP tienen mucho que decir al respecto. Y está Cataluña como para convocar elecciones durante los tres meses siguientes.


Y a partir de entonces, y con el río revuelto en el que se ha transformado la política catalana y la española, nos encontraremos con un momentáneo fin del bipartidismo. Muchas formaciones sacarán alrededor de un 5% de los votos, mínimo necesario para entrar en el Parlamento, y con la Ley D´Hont de compensaciones según vivas en pueblo o ciudad, pueden entrar en el Parlamento hasta quince o veinte partidos políticos o aspirantes a serlo. A ver qué presupuestos saca adelante el gobierno sin mayoría absoluta.


Será el despiporre.

Mi amigo Peret

Una vez vuelto de estas mini vacaciones, seguimos a la carga. Hoy haré un paréntesis para recordar a alguien, una de esas personas que cae bien porque el señor era así de majo y entraba en nuestras casas provocando una sonrisa o un buen momento.


Cuando mi hermana y yo éramos pequeños, los domingos por la mañana eran el momento de la música en casa. Entre mi padre y mi madre, bien armados con su colección de vinilos, de cuando por aquel entonces valían treinta, cuarenta o cincuenta pesetas los LP´s o 10 pesetas los vinilos con una canción por cada cara, es decir, los sencillos o singles, nos sentaban en el sofá del comedor o mientras hacíamos otras cosas y durante toda la mañana sonaba música en casa. Siendo tanto uno como otro músicos de toda la vida, en casa sonaba de todo. No había complejos dentro de los gustos de cada uno de ellos.


Con mi madre escuchamos la discografía completa, hasta entonces, de músicos como Juan Pardo o Cliff Richard. Ídolos adolescentes en su momento, cuyo público fue creciendo y añadiéndose a medida que sus carreras se convertían en longevas. Música agradable, voces melódicas, quizás un tanto ñoñas para nosotros a nuestra edad, pero estaban bien para pasar el rato o mientras hacíamos los deberes.


Mi padre escuchaba todo lo que llegaba a sus manos y era menos selectivo en sus elecciones. Una mañana nos ponía a Manolo Escobar, otro gran tipo que te metía la alegría en el cuerpo con sus canciones, otra mañana se decantaba por artistas andaluces desconocidos en Barcelona que seguramente no nos gustaban tanto, otra mañana cogía la cinta de casete y sonaba toda la cara A de la ópera Carmen de Bizet (que yo seguí escuchando durante años porque me encantaba), y por encima de todo, pinchaba muchos discos de música clásica. Beethoven, Mozart y los grandes clásicos españoles como Albéniz o Manuel de Falla con su Amor brujo se metían dentro de nosotros. Todo ello para cumplir con un doble objetivo: que lo pasáramos bien escuchando buena música y al mismo tiempo nos formáramos en el concepto de que toda música es respetable y adecuada para la formación integral de sus hijos.


De vez en cuando, siempre había un hueco para nuestro amigo Peret. Por aquel entonces ya era distinguido como un músico diferente. Inventor de su propio estilo. Peret era como nosotros, emigrantes e hijos de emigrantes, y aunque nosotros no éramos conscientes de esa diferenciación que se produce hoy en día de una manera tan marcada, su estilo animado y mezclando diversas tendencias con la rumba catalana de su invención como eje principal, nos sentíamos identificados con temas que nos gustaban por nuestra condición de niños, como ese Borriquito como tú que tanto cantamos mientras sonaba el tocadiscos. Una canción que parecía infantil pero estaba hecha para adultos. Simplemente genial.


Peret me ha acompañado a lo largo de mi vida. Durante muchos años le perdí la pista, cuando yo evolucioné claramente hacia el pop británico y la música orientada a las discotecas. Por aquel entonces, entre 1987 y 1992, sonaba otro tipo de música en la radio y yo era un adolescente más que pisaba las discotecas y empezaba a adquirir pasión por las mesas de mezclas, los giradiscos manuales y los sistemas de sonido profesionales.


Pero él seguía estando ahí. Hay que reconocer que Los Manolos hicieron un tema sensacional para la clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona, pero a mí no me habría importado nada que escogieran Gitana Hechicera como canción de clausura de los Juegos. Quizás demasiado localista, quizás demasiado cañí... Cuestión de gustos. Me tuve que conformar, y me alegro de ello, de escuchar esa canción tanto por la radio como en las versiones que la mayoría de las orquestas de mi tierra de adopción cantaban como parte del espectáculo de las verbenas locales. Y no dejaba de ser emocionante comprobar cómo, a más de mil kilómetros de distancia, la gente bailaba esa misma canción como si hubiera salido de su propia tierra.


A los maestros hay que rendirles homenajes como tales. Y yo, que no soy escritor de grandes elogios hacia los demás, le reservo un hueco en mi corazón. Me ha acompañado prácticamente desde que nací, y compruebo que sus canciones no han perdido un ápice de actualidad. Lo difícil cuando eres músico porque desciendes de una familia de músicos, es entender que lo importante no es escuchar una canción de la que puedas decir: "Qué cosa más mala". Lo importante cuando hablamos de música es que el autor de una canción ha tenido que pasar muchas horas, o veinte minutos en uno de esos momentos de inspiración, para CREAR esa canción. Tocarla después es otra historia. Primero ha salido de tu imaginación y después la has compuesto. Por eso respeto todas las tendencias. Puedo decir que tal o cual estilo no me gusta, pero siempre respetando la creación de oros. Cuando en tu juventud has llegado a actuar para tres personas o has participado en un concierto en el que, mientras cantabas tus temas, comprobabas que la gente se iba marchando, fabricas un respeto por el trabajo de los demás que no todos los músicos poseen. Yo sí.


Como maestro que era, le ofrezco mi despedida con todos los honores. Descanse en paz, al lado de la misma guitarra con la que tocaba desde los años setenta.

domingo, 24 de agosto de 2014

viernes, 22 de agosto de 2014

Pero ¿ha hecho algo o no?


Llegó al sillón del que dicen es el hombre más poderoso del mundo. Esta afirmación no es cierta. El propio Putin, presidente de Rusia, tiene más poder que él. ¿Un ejemplo? Veta todas las resoluciones de la ONU que le da la gana y así deja a esa organización, cada vez con menor sentido porque no ejerce una autoridad real, atada de pies y manos. O el presidente chino, que hace exactamente lo mismo en cuanto considera que pueden perjudicarse los intereses de su país. Ambos tienen más poder que Obama. Y algunos empresarios, entre los más ricos del mundo, también deciden más que él.

Y ese es el problema de Obama. Tradicionalmente, la política interior estadounidense la ha decidido el Senado, que para eso está, no como el nuestro, colección de barrigudos que se llevan siete u ocho mil al mes ejerciendo de figuras decorativas. Obama tiene que preocuparse de la política exterior, es decir, de ejercer de guardián oficioso del planeta. Como decían en una serie de televisión centrada justo en la figura del presidente de USA, un presidente no hace amigos nuevos, por lo que tiene que preocuparse de conservar los que ya tiene. Es inimaginable contemplar a Obama manteniendo una conversación telefónica con el presidente de Corea del Norte, por ejemplo. Aunque se sabe que se mantienen contactos periódicos con Cuba, probablemente por suavizar el embargo comercial que ya cumple varias décadas y tiene al país en la miseria. Pero tampoco han hecho gran cosa los cubanos por mitigarlo. Y si el embargo se ha suavizado, ha sido de una manera testimonial. Aunque tienen razón en una de sus quejas: tras legislatura y media larga de Obama, no ha cumplido su promesa de cerrar Guantánamo, vergüenza donde las haya de todas las prisiones, aunque curiosamente no aparece entre las diez prisiones más peligrosas del mundo según un artículo publicado recientemente. Lo que no es de extrañar. Todos hemos visto imágenes de la prisión. Tal y como tienen a los presos, difícil escaparse o provocar motines.

Obama, durante sus años de gobierno, ha tenido un gran triunfo y un gran fracaso. Pero solo uno y uno. Escaso bagaje para un presidente de Estados Unidos que ha dispuesto de dos mandatos. Su gran triunfo fue más a nivel internacional, es decir, de imagen, que efectivo en su país. Consiguió una cobertura sanitaria parcial para 40 millones de americanos que no la tenían. Y cuando digo parcial, no me refiero a una resonancia magnética. Me refiero a que sean atendidos, algo que antes no sucedía, y les receten una aspirina. Pero tuvo que vender su alma al diablo a cambio. No le quedó más remedio que acordar multitud de tratos con los republicanos para que le dieran su voto. Y no queda claro si esos tratos, esas prebendas, costaban más que el proyecto que quería sacar adelante. Un segundo intento pretenderá dar cobertura sanitaria a otros 20 millones, pero ni lo conseguirá ni le dará tiempo antes de que acabe su mandato.

Su gran fracaso, como el de otros tantos dirigentes mundiales, es el empleo. El empleo neto, es decir, aquel que resulta después de que cuadren las grandes cifras macroeconómicas como la evolución del Producto Interior Bruto, la confianza empresarial, el déficit comercial o la balanza de pagos de la nación, y todas ellas lleguen a la microeconomía, es decir, a la concesión de créditos por los bancos y la llegada de nuevos empresarios (más o menos lo mismo que pasa aquí). A pesar de que la Reserva Federal inyecte mensualmente miles de millones de dólares en el mercado para fomentar esta actividad porque al país le interesa mantener un dólar muy barato con respecto al euro para las exportaciones, su gran rival. Para crear empleo, Estados Unidos necesita al menos un 4% de crecimiento del PIB, y lo cierto es que no llega a esas cifras ni de lejos. También hay que tener en cuenta la coyuntura mundial: el desempleo es abrumador, las empresas no venden sus productos y por tanto Estados Unidos no recibe ingresos por exportaciones ni por el consumo interno de sus ciudadanos, que esperan tiempos mejores y guardan sus dólares bajo la almohada. Clavadito a España.

Su llegada fue una revolución para lo que había sido la historia de los presidentes norteamericanos: más negro que blanco, con una imagen inicial impecable después de la ultraconservadora familia Bush e intentando llevar a cabo una nueva política de aperturismo hacia el mundo islámico, siempre tan enemigo de los Estados Unidos. Pero lo cierto es que nada de ello le sirvió. Pasado el efecto de imagen que consiguió al principio y después de ese vergonzoso, lamentable e indigno Premio Nobel de la Paz que le concedieron, Obama ha dejado de ser una figura importante. Los países islámicos siguen sin querer saber nada de él, empezando por Irán, que es quien corta el bacalao en la zona, y sus misiones en Afganistán, Pakistán, y los rescoldos de la intervención en Irak no han servido absolutamente para nada. Pasará a la historia por haberlo intentado, pero no por haberlo conseguido.

Sus propios conciudadanos están deseando que termine su mandato y que su sucesor, John Kerry o la misma Hillary Clinton, hagan borrón y cuenta nueva. Con esta última mantenía una relación excelente, pero en los últimos tiempos se han distanciado notablemente. Hablan tanto de mala relación personal como de la ambición de Hillary por aspirar a la Casa Blanca. Y con el bajísimo índice de popularidad de Obama hoy por hoy, cuanto más lejos, mejor. Los norteamericanos están hartos de las excentricidades de Michelle Obama y de la falta de liderazgo del presidente. Los conflictos de Ucrania y el nuevo estado islámico entre Siria e Irak ya deberían estar resueltos. Por no hablar del vergonzoso intercambio de misiles entre Israel y los palestinos. Más fracasos en su haber.

jueves, 21 de agosto de 2014

Canciones que no te dejan indiferente VI

A mí me pillaron algo pronto, ya que cuando tuve las primeras noticias de ellos ya disponían de una carrera consolidada y llena de éxitos. Pero el paso del tiempo te permite recuperar todo aquello que ya sonaba cuando apenas eras un crío, y lo que es bueno lo es siempre. Los hermanos Summer y Stewart Copeland llevaban unos cuantos años sacando un éxito tras otro, practicando una música suave que flirteaba en ocasiones con el reggae pero que era básicamente pop, el típico pop de los ochenta pero con ciertas dosis de minimalismo, evitando arreglos instrumentales exagerados, sin ir más lejos. A pesar de que eran unos músicos, uno por uno, excelentes. Y como trío, de lo mejor de la década y de la historia de la música.
Sorprende comprobar en el vídeo que Sting no utiliza un bajo eléctrico al uso, sino un contrabajo. El sonido del contrabajo ofrece más contundencia, es decir, se oye más, con un buen equipo de sonido. Su hermano se marca un arpegio de guitarra durante toda la canción no apto para principiantes, y es que llega a poner acordes de cinco trastes como quien se toma un café, y otra de las claves de la canción, a pesar de poder considerarse una balada, es la contundencia de Copeland con la caja de ritmos. Aunque no lo parezca a simple vista, suena más fuerte de lo normal. Por eso empiezan así la canción.
A otros les gustarán más otros temas también históricos de la banda, como "Roxanne" o "Dont´t stand so close to me", pero yo me quedo con este, sin duda. Difícil para un batería, difícil para un bajista y realmente complicado para un guitarrista, imposible ya para un principiante.
Y, para variar en una letra inglesa, aunque no dice gran cosa, el mensaje está muy bien.


The Police- Every breath you take

martes, 19 de agosto de 2014

Esperanzas y decepciones


Allá por 2011, la sensación general de la ciudadanía es que debía producirse un cambio a nivel político. Zapatero consumía sus últimos días como presidente del Gobierno y había aprovechado la última remodelación ministerial, seis meses antes del final de su mandato, para poner como ministros a sus amigos, a los que le habían apoyado desde el principio contra viento y marea cuando nadie creía en él. Sus premios consistieron en dos legislaturas completas, es decir, jubilación con el 100% del sueldo tras solo siete años en sus escaños, y todas las prebendas de que dispone un ministro. Del partido que sea. Ninguno baja de los cien mil euros netos al año más todo lo demás. Y el todo lo demás suele doblar esa cantidad.

No importaba que Leire Pajín, ministra de Sanidad, fuera una licenciada en Sociología que no había visto un bisturí en su vida, o que al sonreír mostrara una ristra de lo que quedaba de unos dientes grisáceos que daba grima verla. O que José Blanco, ministro de Fomento, inaugurara mucho antes de tiempo el tramo de la línea del AVE de Orense a Santiago como la gran obra de infraestructura gallega de la legislatura para quedar como un señor ante sus paisanos. ¿Se acuerdan de lo que pasó en esa línea el año pasado? Pues el señor Blanco inauguró el tramo contraviniendo la recomendación de los expertos, ya que, por ejemplo, ni siquiera estaban instalados los sistemas de seguridad. Y se ha ido de rositas 79 muertos después. De acuerdo, han tenido tiempo para instalar todos esos sistemas y para que al conductor no se le fuera la cabeza conduciendo a casi 200 kilómetros por hora al tomar una curva peligrosa a menos de cuatro kilómetros de la estación. Por una simple cuestión de inercia, un tren de semejante volumen de desplazamiento, apenas habría tenido espacio para frenar. Se la pegó en la curva, y no se la habría pegado de milagro al llegar a la estación. Un cúmulo de barbaridades que terminó con 79 cadáveres. Es justo repartir las culpas.

Y por supuesto, tampoco importa que un absoluto inútil como Valeriano Gómez, que consiguió el histórico récord de llenar las listas del INEM con dos millones de parados en dieciocho meses mientras seguía negando la existencia de la crisis al tiempo que el ladrillo, motor de la economía, se desplomaba, se pasee actualmente por el Parlamento dando lecciones de economía al actual gobierno. Entre De Guindos y Montoro, a pesar de que este último no hace nada por ser menos impopular entre los españoles y hay evidentes errores en su gestión porque el primero se pasa el día en Bruselas luchando contra el resto de Europa para que no nos quiten más cuotas de producción, deben carcajearse de él a diario. Yo, simplemente, me plantaría delante de él y le preguntaría: “¿Cómo puede usted ser tan sinvergüenza? ¿Sabe que uno de los dos millones de parados durante su mandato fui yo?”

Y así podríamos estar horas y horas escribiendo. Específicamente, sobre el último gobierno de Zapatero. De cuando le llamó Obama, otro que no pasará a la Historia y a quien los mismos norteamericanos están deseando relevar porque su mandato está siendo prácticamente anónimo tras el fugaz éxito de la Ley de Sanidad. Zapatero había hecho todo lo posible para que Obama le llamara amigo después del desprecio indisimulado de Bush hijo. El norteamericano se encontraba por aquel entonces en el apogeo de su mandato y Zapatero necesitaba amigos urgentemente. Lo que quería era repetir la amistad de Aznar con su padre, pero retirando a los soldados de Irak consiguió justo lo contrario. Una silla de invitado de última hora en el G-20. Simplemente, patético. Una medianía de hombre elegido por un siniestro hombre que consiguió lo que quería, es decir, que Bono no subiera al poder. Y van y eligen a este pringado de León. Así nos ha ido.

Pero lo que se acerca hoy por hoy son las Elecciones Locales. También son una buena vara de medir de la situación de la población. Debemos suponer que la mayoría de los alcaldes peperos repetirán o lo intentarán, y que los socialistas esperarán hasta octubre, como así está previsto, para proclamar a los 20.000 candidatos a alcaldes en todas las circunscripciones.

Hablemos del alcalde de mi pueblo, Villagarcía de Arosa. Yo no sé qué sucede en este término municipal que ni peperos ni sociatas quieren la alcaldía. ¿A qué se debe? Parece que el único que la desea como el maná del cielo en el que no cree es el impresentable de Izquierda Unida, que se va al Hospital del Salnés a repartir propaganda y los propios visitantes le tienen que pedir que se aparte de la puerta de entrada porque bloquea el acceso al interior. Ejemplar el tal Fajardo. Este instaura la cuarta o la quinta república en una Villagarcía independiente del resto del universo. Y con La internacional como himno oficial de la nueva república de Villagarcía. Sin comentarios.

Hasta donde yo tengo entendido, nuestro actual alcalde, el pepero Tomás Fole, no quería presentarse a la alcaldía. Ahora ya debe importarle poco, porque no va a ser reelegido, si es que se presenta a la reelección. Sin embargo, en aquel momento de indecisión se estaban produciendo dos situaciones que cambiaron radicalmente su decisión. La primera era que el socialismo arousano estaba completamente descabezado. La alcaldesa saliente había accedido al cargo exclusivamente por el dinero que llenaba sus bolsillos, y ya había comunicado al partido que no pensaba seguir. Villagarcía le traía sin cuidado porque ni siquiera vivía en el término municipal y, además, aprovechó para dejar de regalo a su sucesor una cuantiosa deuda, inasumible para un municipio que no llega a los cuarenta mil habitantes. El octavo de Galicia, lo que no es decir gran cosa. Al parecer, nadie quería coger las riendas del partido y tuvo que ser un convidado de piedra de última hora el que ocupara el primer puesto de las listas. Un señor a quien conocían en su casa y que sabía perfectamente que iba a perder por goleada. De hecho, nada más conocerse el resultado de las elecciones presentó su dimisión porque como él mismo dijo, “no estoy aquí para hacer oposición”. Todo un ejemplo de saber perder y hacer política. Modesto Pose, sí señor, todo por tu pueblo.

La segunda situación no era ni más ni menos que el clima favorable, propicio, perfecto, para que toda España cambiara de gobernantes. Los peperos tenían ganadas las elecciones de cualquier índole antes de presentarse a ellas.

La cuestión es que nuestro querido Tomás empezó su alcaldía con un pacto con una formación política local para asegurarse la mayoría absoluta y no ser molestado durante cuatro años. 11 contra 10. Así de sencillo. El representante de IVIL, el muy conocido por la ciudadanía José Luis Rivera Mallo, recibió un nada despreciable cargo de senador por ceder su escaño de concejal en el ayuntamiento. Genial. A partir de entonces, vía libre para mandar en el pueblo y que la oposición solo pudiera patalear como los niños pequeños.

Fole hizo lo que tenía que hacer nada más sentarse en su sillón de alcalde. Los rumores por el pueblo eran incesantes acerca de la enorme deuda que había dejado Dolores García antes de irse y liquidar todas las cuentas del ayuntamiento. Las facturas de proveedores se acumulaban impagadas en contabilidad, y tuvo que hacer una auditoría para saber de qué recursos económicos disponía el ayuntamiento. La respuesta no tardo en llegar: cero recursos económicos. No tenían ni para pagar a los funcionarios y, además, el pufo que había dejado su predecesora se rumorea que se situaba entre los quince y los veinte millones de euros. ¿Qué habría hecho con ese dinero doña Dolores? Nunca lo sabremos. Catastrófico para una ciudad, que no es ciudad, es villa, de apenas 36.000 habitantes.

Estoy seguro de que Fole asumió el cargo con la máxima ilusión por hacer algo positivo para su pueblo. A pesar de las circunstancias. Como ya he dicho, él no quería ser alcalde. Pero antes de que se produjera la proclamación como candidato a la alcaldía, sucedían dos cosas importantes. Fole tenía rival para ser candidato, un señor llamado Javier Puertas que, al parecer, despertaba tantas pasiones como odios en el seno del propio partido a nivel local. Se decía de él que no era trigo limpio, y que si salía elegido se convertiría en una especie de segunda parte de la anterior alcaldesa. Todo lo que hubiera disponible, se lo llevaría a Suiza. Y el que manda de verdad en los peperos de Pontevedra, el presidente de la Diputación, Rafael Louzán, sabía lo que estaba pasando en Villagarcía y de qué recursos disponía. Él ordenó la proclamación de Fole. No se llevaba bien con Puertas, y sabía que Fole no encendería un pitillo sin llamarle antes para pedirle permiso. Ni tocaría la caja.

La cuestión es que, sin importar la orientación política del que escribe estas líneas, el nuevo alcalde se encontró con las manos y los pies atados a la hora de emprender acciones, reformas, obras. Yo creo que muchos días de los dos primeros años de su mandato se dedicaba a recorrer el camino desde el colegio donde dejaba a sus hijos hasta el ayuntamiento, sentarse en su despacho y preguntarse qué coño podía hacer como alcalde si no tenía un euro para invertir en, sin ir más lejos, arreglar aceras y carreteras. Debió ser realmente frustrante, porque se tardó el tiempo ya mencionado, alrededor de dos años, en poder empezar a hacer algo. En poder solicitar créditos de nuevo a los bancos porque hasta entonces ya las pasaban canutas para pagar los solicitados por la alcaldesa anterior. Fueron dos años en los que, a ojos de la ciudadanía no se hizo nada en Villagarcía. Pero sí se notó en algo absolutamente objetivo, como fue el progresivo aumento en los impuestos locales. La solución más fácil para un político que puede ganar unos 60.000 al año por ser alcalde. A él no le duele tanto el bolsillo como a los que se van de pesca y, con la desastrosa situación marítima de la Ría de Arousa y sus toxinas, a lo mejor consiguen 500 euros en un mes para mantener a su familia. No es que sea estrictamente culpa de Fole, pero ya sabemos todos a quién le echamos la culpa cuando las cosas van mal.

A lo que no es culpa suya debemos añadir lo que sí lo es. Primer ejemplo que se me viene a la cabeza: el parque de A Xunqueira. Yo no puedo entender cómo a los diseñadores de ese parque, en tiempos del alcalde Gago, se les ocurrió plantar semejantes árboles en los márgenes del camino principal del mismo. Con el paso de los años, esos árboles han crecido, han enraizado y se han cargado el suelo que lleva al centro comercial. ¿Resultado? Cientos de caídas de personas mayores. Las personas miramos hacia delante cuando caminamos, ¿verdad? Pues en ese parque hay que ir sorteando piedra tras piedra levantada de su ubicación original. Y en el resto de la ciudad, hay docenas de puntos negros, como todo el margen del Río del Con a la izquierda de Rodrigo de Mendoza, el agujero negro de la esquina de Matosinhos, la propia calle San Roque y muchos otros.

Pero hay más. Mucho más. Dentro de tres o cuatro años, si es que los nuevos dirigentes surgidos a partir de 2015 no lo impiden, se pagará el doble de IBI que en 2009. Por poner un ejemplo, una vivienda que pagaba 250 euros por ese impuesto en 2010, pasará a pagar 500. Para muchos jubilados, una de sus catorce pensiones irá íntegramente destinada a pagarlo.

Y vayan a las sesiones plenarias del ayuntamiento. Son una auténtica fiesta de preguntas por parte de la oposición que el señor alcalde no contesta o recita la frase que tiene memorizada: “lo estamos estudiando”.

Yo no le voté. Disponía de suficiente información acerca de él como para estar seguro de que ni él ni nadie eran la solución para un pueblo hipotecado. Pero ahora ya no está hipotecado. Tomás, tienes como un año para hacerme cambiar de opinión. Pero si ya no me escuchaste en Facebook cuando te ofrecí soluciones concretas para problemas concretos, dudo que me escuches ni a mí ni a nadie.

Además, ¿te vas a presentar? No creo que quieras afrontar el batacazo que te vas pegar.

lunes, 18 de agosto de 2014

A festa da auga



No me he olvidado de la primera vez que fui. Debía tener unos catorce años, allá por 1986, y mis padres y mis abuelos me habían dado permiso para hacerlo. Todavía se hacían esas cosas. Dar permiso por parte de tus mayores. Qué pronto se olvida lo bueno. Yo no sabía muy bien de qué iba el tema porque llevaba un par de años viniendo de vacaciones, pero mis amigos de por aquel entonces me decían que me lo pasaría muy bien y que, con el calor que hacía, volvería a casa bien fresquito y necesitado de una ducha. Y así fue. Salir poco antes de las 12 del mediodía de casa y, cuando la fiesta ya no daba para más, volver a casa, una buena ducha, a comer con la familia y, si apetecía, una siesta para salir por la tarde a última hora.


 


La historia reciente nos dice que la fiesta del agua de Villagarcía de Arosa empezó a principios de los años ochenta. Sacaban a San Roque en una especie de procesión que no era tal, con la banda municipal tocando el pasodoble “Triunfo” a toda velocidad y la gente detrás del santo, vestidos todos con las ropas más ligeras, que no es lo mismo que decir medio desnudos, esperando a que llevaran hasta su capilla al que ya llamaban el Santo más marchoso de Galicia. Como si semejante apelativo describiera a un mártir. Pero no hablaremos de religión, ¿verdad? Eso no le gusta a la gente.


 


Por el camino, las temperaturas que se alcanzaban superaban los treinta grados, y de repente, a una de esas preclaras y anónimas mentes que participaban de la fiesta, se le ocurrió que, para mitigar el calor, los vecinos de las calles por las que pasaba el Santo a toda velocidad podían ser tan amables y enrollados de echar agua por los balcones. Los vecinos se apuntaron a la idea, y empezaron a caer cubos, palanganas, incluso mangueras.


 


Así empezó la fiesta del agua. Yo estaba allí. Podría hablar de multitud de aspectos negativos que para mí suponen la fiesta hoy en día, pero creo que no hace falta más que un vilagarciano pasee por la playa de la Compostela la mañana siguiente para darse cuenta de las consecuencias de la fiesta del agua actual. O los médicos y enfermer@s del hospital del Salnés que esa noche tienen la desgracia de servir en las urgencias nocturnas. Todo ello habla por sí solo.


 


Tan solo mencionaré un detalle del que me di cuenta el mismo sábado cuando acompañaba a mi hermana a la estación y veía manadas de chavales esperando para coger el tren de vuelta a Santiago, a Pontevedra, algunos a Vigo. Me fijé largamente en la mayoría de ellos, y pocos, muy pocos, alcanzaban los dieciocho años. Y llevaban en Villagarcía desde las seis o las siete de la tarde del día anterior. Para mí ya es un detalle significativo. Los tiempos han cambiado, sin duda, pero me parece fuera de toda lógica, de raciocinio y de falta de moralidad que un padre permita que su hijo de dieciséis años salga de su casa en Santiago a las cinco de la tarde para ir a una fiesta en Villagarcía de Arosa, cuarenta kilómetros al sur, y no vuelva a casa hasta el día siguiente a última hora de la tarde. Justo para meterse en cama. ¿A alguien más que a mí le parece intolerable?


 


Sin embargo, no se trata de eso. Recuerdo mis fiestas del agua cuando era adolescente. Iba con mis amigos, nos poníamos delante de una manguera para que nos empaparan, incluso cuando se decidió poner los camiones de bomberos en la Plaza de Galicia nos quedábamos allí la mayor parte de la fiesta y recibíamos los correspondientes chorros, íbamos de una calle a otra dentro de la considerada como “zona húmeda”, que se circunscribía a unas cuantas calles del centro de la ciudad y hoy toda Villagarcía es zona húmeda, y cuando llegaban las dos y media de la tarde, minuto antes minuto después, volvíamos a casa y se había terminado la fiesta. Pero volvíamos contentos. Nos habíamos divertido, habíamos pasado un rato juntos y habíamos cumplido con nuestro objetivo mojándonos hasta la ropa interior.


 


Para mí empezó a degenerar, unos años después y ya cumplida la mayoría de edad, la primera vez que vi en la baldosa a una chica, a la que no calificaré, subida encima de su chico, con los brazos en cruz, la boca absolutamente abierta y, desde el segundo piso de uno de los bares de la zona, alguien había tenido la ocurrencia de abrir una botella de vino y empezar a derramarla y probar su puntería para ver si acertaba en la boca de la chica. Y lo hacía. La muchacha bebió todo el vino que quiso. Eso ya no era la fiesta del agua. Era la fiesta del “hacemos lo que queremos y que alguien intente detenernos”.


 


Pero volvamos a ese detalle. Faltaban unos minutos para que llegara el tren con destino a la estación de Vigo-Guixar. Había al menos cien muchachos esperando por ese tren, y por otros. Teníamos tiempo antes de que llegara el ferrocarril, y empecé a mirar los rostros de los muchachos antes de que se apelotonaran para entrar en el tren, a pesar de que era uno de esos con reserva de billete y no iban a entrar sin pagar. No importa. Lo que sí me importa es que no me recordaban la cara de felicidad y diversión con la que mis amigos y yo volvíamos a casa en los años ochenta. Una diversión sana, sin pensar en nada más que mojarnos. Aquellos chavales de la estación, un simple reflejo de lo que sucedía en todo el pueblo, estaban completamente destrozados. No había alegría en sus rostros. No había una sana diversión.


 


No había alegría en sus rostros porque habían acudido a una fiesta a la que ya llaman la madre de todas las fiestas de Galicia, un apelativo absolutamente ridículo, pero es muchísimo lo que ha crecido la fiesta en veinte años. De mil o dos mil personas que podíamos estar allí hace casi treinta años, ahora pueden ser veinte mil o incluso más. Y habían acudido, por ejemplo, porque el nombre de la ciudad había alcanzado el Trending Topic de Twitter. Solo fue durante un rato, pero había que leer las barbaridades que ponían los que se dirigían a la fiesta. Muchos colgaban fotos en los trenes de camino, ya con las botellas en la mano o aún preparadas para dar cuenta de ellas, una tras otra, a lo largo de la noche. No importaba que llegaras al momento decisivo, el momento en el que se inicia la fiesta, con semejante borrachera que no supieras dónde estabas. Importaba que estuvieras allí y pudieras sacarte un selfie ya en Villagarcía. Estabas donde estaba la diversión oficial.


 


Tampoco había alegría en sus rostros porque lo que había era puro agotamiento y ganas de coger la cama para descansar, por supuesto, pero también para dormir la mona. De hecho, durante los minutos que mi hermana y yo permanecimos esperando el tren, se produjeron enfrentamientos entre jóvenes absolutamente ebrios o colocados que los efectivos de la afortunadamente reforzada seguridad de la estación evitaron que pasaran a mayores. Lo que hemos definido siempre como “pasado de vueltas”, se hacía presente entre aquellos chavales. No supimos por qué se produjeron los incidentes, pero sí escuchamos las lindezas que se dedicaron los unos a los otros.


 


No olvidaré mencionar el estado del suelo del aparcamiento de la estación. Resultaba imposible contar el número de botellas, vacías, rotas o enteras, que descansaban entre los coches. Prácticamente tenías que hacer equilibrios entre el aparcamiento y la puerta de entrada a la estación. Y si en la puerta de entrada a la estación se encontraban en plena pelea, ya me dirán…


 


Solo son algunas pinceladas de lo que vi el sábado por la mañana. Cuando empieza la fiesta. La tarde del día anterior, sobre las cinco, y después de tomarme un refresco en un bar y salir del mismo, ya vi a los primeros grupos organizados. De los que estampan una camiseta con cualquier mensaje referente a San Roque. Y de los que van, cada uno de sus miembros, cansados porque llevan en cada mano una bolsa de plástico blanca, convenientemente opacada, atiborrada de todo tipo de bebidas alcohólicas y a lo mejor una Coca-cola para acompañar. A las cinco de la tarde, y ya con un clarísimo objetivo: todo lo largo y ancho de la playa de la Compostela. Es el botellón del año para todos los jóvenes y menos jóvenes, y la mañana siguiente de la fiesta, solo hay que dar un paseo por toda la extensión del paseo marítimo para darse cuenta de la magnitud de lo que ha sucedido allí durante las horas previas. Yo creo que hay gente que ni siquiera llega a ver al Santo dando saltitos rápidos ni a probar una sola gota de agua. Como ya he dicho, es el botellón del año en la provincia de Pontevedra y nadie quiere perdérselo.


 


Clausurar la fiesta del agua es imposible. Y, de alguna manera, injusto. No todo el mundo está podrido y llega hasta el pueblo para beber hasta que el cuerpo no te deje más y lo eches todo por la boca o te conviertas en un zombi andante. A muchos les sigue gustando empaparse de agua y rendir homenaje, aunque sea de una manera tan prosaica, a San Roque, uno de los Santos más populares de toda nuestra geografía. Pero sí debería haber medidas añadidas de seguridad para la tarde anterior. A partir de las cuatro. Cualquier tienda de licorería, cerrada. Supermercados, cerrados. Y en un bar no te van a vender una botella de vodka por diez euros. O sí. Depende de la integridad moral del propietario quien, como mínimo, debería pedir la documentación antes de servir alcohol para llegar. En las calles, toda la policía disponible, yendo a por los grupos de chavales que no han cumplido ni catorce años y ya llevan docenas de botellas de alcohol. ¿De dónde coño las han conseguido? ¿Quién se las ha vendido? Incautarían cientos de botellas, incluso miles. Nos ahorraríamos unos cuantos comas etílicos y yo incluso iría más allá, pidiéndoles la documentación y citando a sus padres en comisaría. Multazo por cada botella de alcohol que lleve encima un crío de trece años. ¿Qué pasa con los padres hoy día?


 


Esta no es la fiesta del agua que yo conocí. La fiesta del agua actual es el día en el que, la noche anterior y hasta las cuatro o cinco de la tarde, todo vale. No hay ley en Villagarcía, y si no se producen más incidentes es porque los participantes van a su rollo, no con la navaja en la mano. Poco mérito hay que darle a la policía y a la organización. Ellos se escaquean todo lo que pueden porque son treinta contra veinte mil, y así poco se puede hacer. Pero sí se pueden cambiar los planteamientos. La juventud al poder es una juventud anárquica, que hace lo que le viene en gana y que no se impone a sí misma unas normas de estricto cumplimiento. A mí me gustaba la fiesta del agua cuando ibas a mojarte. No esta barbaridad en la que se ha convertido en los últimos años.


 


Pero como ya he dicho, el 90% del problema no se encuentra en las dos horas exactas que dura la fiesta. El problema ha aparecido cuando la noche anterior ha pasado a ser más importante que la fiesta en sí.


 


Un último dato: deben ser docenas, por no decir cientos, las personas que dos o tres días antes de la fiesta del agua abandonan Villagarcía para no volver hasta dos o tres días más tarde. Yo estoy por hacer lo mismo. Es el día más importante para los hosteleros de la comarca, pero es eso. Un día. ¿Con las ganancias de un solo día pueden pagar a un camarero para todo el año? No están sirviendo cafés, están vendiendo bolsas como las de cotillón de Nochevieja, pero llenas de todo tipo de botellas. Ellos también participan de esta barbaridad en la que se ha convertido la fiesta del agua.

jueves, 14 de agosto de 2014

Apogeo y decadencia


Como espectador y participante de los últimos treinta años de la evolución de la fe cristiana, hoy escribiré unas líneas acerca de cómo veo la situación actual.

Los que tenemos cuarenta años o menos, hemos vivido tres papados: Juan Pablo II, Benedicto XVI y el actual Papa Francisco. Tres hombres completamente diferentes, pero con una característica común a todos ellos, y es la del inmovilismo. Juan Pablo II destacó por su notoria preferencia por los jóvenes, y a ellos dedicó buena parte de su papado. A recorrer miles de kilómetros y participar en multitud de actos donde los jóvenes eran el centro de atención. En todo el mundo. Eso debe considerarse como algo positivo, ya que sin jóvenes participantes, ¿qué futuro le puede esperar a la Iglesia Católica? El más mínimo.

Sin embargo, en el debe de Juan Pablo II debe anotarse los que ya por aquel entonces empezaban a ser los auténticos problemas de la Iglesia, y que él no atajó ni hizo frente. Podemos aducir que ya estaba demasiado mayor para enfrentarse, ni más ni menos, a la corrupción de la misma curia de Roma. Además de sus inmovilistas ideas acerca del aborto, el papel de las mujeres en la Iglesia o el tratamiento de la homosexualidad. En este último caso, también se puede suavizar su falta de iniciativa. Era demasiado pronto.

Ratzinger, que no será conocido por la gente como Benedicto XVI sino por su apellido civil, podría considerarse como un Papa testimonial. Olvidándonos de su oscuro pasado, era un escribano, un hombre de letras, un traductor. El típico clérigo que debía haber pasado su vida estudiando, leyendo, traduciendo y aportando ideas a la doctrina oficial de la Iglesia, algo que, en realidad, ya hacía a la sombra de su predecesor. Pero tras la muerte de Juan Pablo II, era la elección lógica. Había sido la mano derecha del Papa anterior y los cardenales lo tuvieron claro. No iba a hacer ni de lejos lo mismo que Juan Pablo II y todos hemos visto cómo tuvo que renunciar al papado. No solo por motivos de salud. También fue conocedor de aquellos temas que empezaban a adquirir tintes de escándalo, y a sus ochenta años, muy débiles ochenta años, no fue capaz de hacer frente a todo lo que se le venía encima. En definitiva, un Papa que no ha aportado nada a la evolución de la Iglesia. Pero tampoco se le puede echar la culpa por completo. Demasiado mayor, y demasiado castigado física y mentalmente para hacer frente a semejante responsabilidad.

Y sí, hablo de responsabilidad. A pesar del evidente, notable y lamentable descenso del número de personas que se consideran creyentes durante las últimas tres décadas, todavía sigue habiendo millones de personas que así se declaran y buscan en Roma una guía para su fe. Que es donde la tienen que buscar, por supuesto. De ahí la enorme responsabilidad, una de las mayores del mundo, aunque a muchos les parezca insólito.

Si con Juan Pablo II llegó el apogeo de la fe cristiana en todo el mundo, no es descabellado opinar que con Ratzinger se alcanzaron los niveles más bajos.

Afortunadamente, el papado de Ratzinger fue breve, y sobre todo, anónimo. No estaba preparado para asumir los retos que se avecinaban con la llegada del siglo XXI, y prefirió pasar a un discreto segundo plano, con escasas apariciones públicas y ningún tipo de riesgo para su mandato a través de declaraciones públicas espectaculares o grandes gestos. Como ya he dicho, no era el hombre adecuado.

Y llegamos a la época actual, la del papado de Francisco. Un hombre que, antes de llegar a ser Papa, había sufrido algunos reveses importantes en su trayectoria. La misma presidenta de Argentina le obligó a abandonar la residencia del Arzobispado de Buenos Aires, solo porque se caían mal. Sin embargo, fue la primera en acudir a visitarle tras su proclamación. Debió ser un encuentro de lo más interesante entre dos personas que no se soportaban, pero la Kirschner habría quedado fatal si se hubiera filtrado que había rechazado la invitación, y para Francisco debió ser una notable satisfacción invitar a Roma a la mujer que le había puesto todos los obstáculos posibles para que ejerciera su cargo en el país de origen de ambos. Evidentemente, hasta un Papa se venga. Todos somos humanos.

Francisco está cometiendo el mismo error que, a nivel político, se produce en algunos países del cono sur americano: el populismo. Como está haciendo aquí Podemos, la formación política, pero esa es otra cuestión. Todos hemos escuchado frases que podrían calificarse de históricas por parte del nuevo Papa. Todos le hemos visto en audiencias también pintorescas, como el día que recibió al presidente Hollande de Francia poco después de que se conociera la colección de amantes que tenía el máximo dignatario francés. Todos vimos la cara que Francisco le ponía al recibirle. No es que no fuera bienvenido en Roma, pero hay miradas que lo dicen todo.

Francisco se enfrenta a varios problemas de enorme magnitud para su papado. Nombraremos tres, dos objetivos y uno de mi cosecha. Los objetivos son dos. El primero, la corrupción entre sus propias filas, las que dirigen las finanzas, sin ir más lejos, del Vaticano. Es evidente que no todo se puede solucionar en cuatro días, pero hasta ahora todo lo que ha hecho ha sido relevar de su puesto al máximo responsable de las finanzas vaticanas y encargar una de esas comisiones de investigación que, al menos en España, sabemos que no sirven para nada. A ver si sirven en Roma. Con el inmenso patrimonio de la Iglesia Católica repartido por todo el mundo, hay mucho trabajo por hacer. Esperemos que le dé tiempo y que tenga fuerza y coraje para limpiar su propia casa. Es evidente que muchos miembros de la curia vaticana han acumulado una gran fortuna, y lo han hecho a lo largo de los últimos dos papados. Sabían que sus jefes no se iban a meter en semejante fregado, y han tenido vía libre para empezar a meter millones en Suiza y Luxemburgo. Ese es el primer reto al que se enfrenta Francisco.

El segundo reto, no menos importante, por supuesto, es el del constante aumento y presencia de la pederastia en el sacerdocio católico. Hasta ahora, ha pedido perdón públicamente por los miles de casos demostrados e incluso ha expulsado a varios miembros de la Iglesia, ya condenados por la justicia. No es una situación fácil de resolver. Más bien imposible. Pero algo que quizás ayudaría sería la eliminación del celibato sacerdotal. La supresión del voto de castidad de todos los sacerdotes. Otras confesiones cristianas lo eliminaron hace tiempo y no se ha acabado el mundo. La cuestión es si el conjunto de la feligresía católica mundial aceptaría una decisión como esa, pero todo se trata de adaptación a los nuevos tiempos. Obviamente, los católicos no son protestantes ni luteranos, pero el celibato de los sacerdotes católicos se antoja, hoy por hoy, como un reducto de la nefasta doctrina de la Edad Media. Como mínimo, anacrónico, y personalmente, dudo mucho que un sacerdote católico casado y con un par de hijos cumpla peor sus deberes que uno soltero y obligado a la soltería toda la vida. Es mi opinión.

Un tercer reto, y esto ya se trata de cosecha propia, es el papel de la mujer en la Iglesia. Desde el momento en el que las mujeres no pueden votar a un nuevo Papa, ya se trata de una muestra de desprecio. De trato hacia un ser considerado inferior. No hay mujeres obispos, no hay mujeres cardenales, no hay mujeres que decidan nada en la Iglesia. A pesar del inmenso valor de las monjas, mujeres que deben sacrificar muchas más cosas que los hombres a la hora de decidirse a por la vida religiosa, la Iglesia nunca les ha tratado con el respeto y el valor que merecen. No ocupan puestos importantes, y deberían. Y yo no le llamo un puesto importante a ser asistentes o ayudas de cámara de un Papa. No. Eso no es más que otra forma de servidumbre. Y aquí, estamos todos para servir o no lo está nadie.

Conclusión de todo ello. Para mí, lo más lógico, positivo y efectivo para la evolución de las creencias y la vida de los fieles, sería la convocatoria de un Concilio. Un concilio, por supuesto, no es algo que resuelva todos los problemas que tiene ahora la Iglesia Católica, empezando por la desbandada de fieles y terminando por la falta de vocaciones, pero al menos sería una señal clara y evidente de que los que mandan tienen que reunirse y llegar a soluciones. Ya hemos mencionado varios problemas. La mayoría de ellos relacionados con el inmovilismo general que ninguno de los tres últimos Papas parecen dispuestos a cambiar. Pero sin lugar a dudas, daría esa necesaria imagen al mundo católico de que en Roma se han enterado de que algo va mal y hay que cambiarlo. Ni más ni menos, el contrastado hecho de que el antiguo reducto de la fe católica, es decir, Europa, está pasando a ser un territorio más laico o agnóstico que nunca, y la fe católica se ha trasladado en una proporción alarmante a América del Sur. No porque allí esté ahora el centro de la fe, si no por la pérdida europea. Ese debería ser el primer punto en el orden del día de la primera jornada del Concilio. Y, por supuesto, llegar a soluciones concretas y dictar nuevas normas, nuevas doctrinas, para la vida de los cristianos que han dejado de practicar su fe porque ya no está de moda o los que les inculcaron esa tradición o esa creencia ya no se encuentran en sus vidas. Motivos hay muchos, pero realidad, solo una.

El setenta por ciento de los españoles se sigue declarando católico, pero apenas un veinte por ciento afirma acudir a los servicios sabatinos o dominicales. Esa estadística es abrumadora y devastadora. Los niños hacen la comunión por el traje de marinero, las fotos y el convite, y los novios se casan por el vestido de la novia, las fotos y el convite. Eso no es fe. Es pasar un día de fiesta en el que acabas viendo a muchos de tus familiares borrachos, o a ti mismo.

En todo caso, temas a reflexionar y a actuar por parte de nuestro Papa. El Concilio Vaticano II duró tres años. De acuerdo, murió un Papa de por medio, pero en tres años da tiempo a ponerse de acuerdo sobre casi todo y a lanzar una campaña publicitaria para que los fieles, e incluso los que han dejado de serlo, sepan que hay nueva doctrina. Y no la de la liberación, precisamente. Solo la adaptación a lo que la sociedad del siglo XXI exige para volver a llenar las iglesias y participar en la comunidad.

Espero ver ese Concilio. No hay otra solución para sanar la hemorragia actual de la Iglesia Católica. Y que no sea un fracaso como el Vaticano II. Presuntas nuevas ideas para que, en la vida diaria de los católicos, todo siguiera igual.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Canciones que no te dejan indiferente V

Esta vez toca una de las de siempre. De las que hemos escuchado toda la vida. Y toca variar de registro. ¿Qué puedo decir de estos artistas de las baladas con guitarras contundentes? Pues que son uno de los grupos históricos de la música, tanto de su tenencia musical como de la música en general.


Con sus correspondientes años de gloria, su separación y una posterior vuelta al estudio y a los conciertos con una cierta solvencia, nos han dejado varias joyas. Y yo dejo aquí la que para mí es la mejor balada de todos los tiempos, sea heavy, pop, electrónica o copla. Sin más. Esto es de lo que hay que escuchar, no hablar.


Scorpions- Still loving you

martes, 12 de agosto de 2014

Algo de mi pueblo de adopción

Como estamos en fiestas, igual que media España (o toda España empezando por el Congreso de los Diputados, es decir, salario + paga extra = ¡¡¡¡Bravo!!!! Yo también quiero ser diputado), hablaré un poco de mi querido pueblo de adopción. En concreto de una calle, por la que he pasado miles de veces y por la que espero pasar unos cuantos miles de veces más. Cuánta historia tiene esa calle. Lo que dirían sus adoquines en el suelo si se les pudiera preguntar.




La calle Vista Alegre fue una vez, en tiempos pretéritos, la entrada a Vilagarcía desde el sur. Todavía no se había construido la que hoy es Avenida del insigne Doctor Tourón, médico y benefactor de la ciudad como pocos. La costumbre y capacidades de la época exigían que se construyera sobre adoquín de piedra pulida procedente de las canteras locales, y así se hizo hasta más allá del conjunto monumental que da nombre a la calle y adentrándonos en la rúa Castelao, otra de las históricas de nuestra ciudad.


La solución para aquellos tiempos fue la adecuada. Por aquel entonces, no se veían coches, en todo caso carromatos tirados por bueyes para los viajantes, y el mar quedaba muy muy cerca, tan cerca que, hasta empezar a rellenar con arena para ganarle espacio, Vista Alegre dispuso de su propia playa.


Demos un salto de muchos años, hasta 1980. La primera vez que yo pisé esta tierra. Tras el preceptivo recorrido turístico por lo que empezaba a ser la moderna Vilagarcía y que tanto ha cambiado en los últimos años hasta la llegada de la crisis económica, la calle Vista Alegre fue revestida en su totalidad con una capa de, yo no diría asfalto, sino más bien cemento. Los adoquines al aire no podían seguir allí y se optó por esa solución para dar paso al tráfico rodado.


Esa solución se he revelado como ineficiente, ya que el asfaltado, sin lugar a dudas, dura mucho más que una simple capa de cemento que el continuo trasiego de vehículos acaba deteriorando y convirtiendo en gravilla que deja al descubierto la adoquinería original. Y eso, amigos, es lo que podemos contemplar hoy. El proyecto socialista de peatonalizar hasta unos metros más allá del convento ha dejado una rúa Vista Alegre que parece a medio hacer. Hasta el colegio y el convento, el resultado final es espléndido y paseas por los alrededores con absoluta tranquilidad y disfrutando del conjunto monumental, pero además de haber dejado un espacio muerto entre el convento y la esquina con López Cuevillas, en el que ni hay peatonalidad ni se permite el aparcamiento ni el tráfico rodado (cuántas madres aparcan en segunda fila en las inmediaciones de Inelga para esperar a sus hijos saliendo del colegio al mediodía), el tramo desde Cuevillas hasta la esquina con Doctor Tourón se convierte, para los vehículos que circulan por allí, en un continuo esquivar de socavones, cemento levantado que deja al descubierto los incómodos adoquines. Y esto lleva así treinta o más años. Desde que yo soy un villagarciano de adopción.


Hay otros muchos puntos negros en la ciudad, como la terrible esquina entre Doctor Tourón y la Avenida Matosinhos, el mismo paso de cebra nada más pasar el ayuntamiento o la avenida de Rosalía de Castro con sus constantes arquetas de alcantarillado u otros menesteres, que convierten la conducción en un continuo juego de esquivar que no tiene solución porque si las intentas eludir, no dispones de espacio para acercarte a la derecha, y si lo intentas a la izquierda, invades el sentido contrario.


Hay muchos puntos negros, pero por alguno habrá que empezar, ¿no creen?

domingo, 10 de agosto de 2014

Canciones que no te dejan indiferente IV

Este grupo pasó completamente desapercibido. Como tantos otros. De hecho, una de sus canciones consiguió ser, al menos, escuchada, gracias a una película española conocida hace unos años porque había sido rodada con un millón de pesetas y la ayuda de muchos amigos de los directores. Lo que le llevó a ser considerada como la película más barata de la historia del cine español. La película, llamada La Fiesta, tuvo una cierta repercusión a nivel nacional e internacional, sobre todo en festivales. Y la tuvo por ese dato que acabo de dar. Está bien filmada, los actores intentan hacerlo lo mejor posible y no se lo toman a cachondeo, aunque seguramente ninguno de ellos cobró por participar en ella. Dos de ellas tuvieron algo parecido a una carrera en el cine con el paso de los años. Me acuerdo solo de Norma Ruiz y Alexandra Jiménez.


La película, cuyos protagonistas son exclusivamente jóvenes menores de 25 años, no destacaba por nada especialmente, salvo por su banda sonora. Muchas canciones de músicos españoles, fácilmente reconocibles. Sin embargo, la que aporto en esta ocasión, una de las primeras en ser escuchada en la película, pertenece a un grupo denominado La tercera república. Por supuesto, unos desconocidos, habituales de los circuitos de la música marginal madrileña en la que tocas por un par de cervezas o por el 10% de las consumiciones durante tu actuación. Estos chavales llegaron a grabar, pero no hay un videoclip de esta canción. Solo se encuentran actuaciones grabadas en locales con un móvil o una cámara de mano, en YouTube.


La tercera república- Me rindo

viernes, 8 de agosto de 2014

Confesiones V

Un día en el que algo no te hace llorar de emoción, es un día que no has vivido.

Una de Grey (sí, de Cincuenta sombras de Grey)

Yo tengo que reconocer que leí el primer volumen de la trilogía para fijarme en la técnica literaria que utilizaba E.L. James para desarrollar la trama y construir a los personajes. Había oído hablar tanto de ella (quién no), que parecía la revolución literaria del siglo XXI. Por tanto, también había una buena dosis de curiosidad. Ambos apartados quedaron satisfechos. Y muchos apuntes en la cabeza, fundamentalmente para intentar encontrar la piedra filosofal, es decir, cómo rayos escribir una novela que se convierta en un fenómeno de masas y te retire para el resto de tu vida con las ganancias de tus ventas. Supongo que muchos buscamos eso.


Hay mucho que opinar sobre este libro, y cualquiera puede hacerlo con mayor o menor autoridad. Como tener razón o no tenerla. Aquí expongo yo mis razones. Por mi parte, mencionaré al menos tres factores, dos objetivos y uno subjetivo que me he ido preguntando desde que leí los dos primeros volúmenes.


El primero de ellos se refiere a la autora como tal. No es, por supuesto, una recién llegada al mundillo literario. E.L. James disfruta de una dilatada trayectoria como periodista en su país y, por supuesto, dispone de los contactos necesarios para no tener que mandar su manuscrito original a doscientas editoriales, que le responda una y le ofrezca uno de esos contratos que los autores desconocidos tiramos a la basura porque vendes tu alma después de haber escrito. Firmar un contrato en el que cedes tus derechos al 10% bruto de la venta de descargas en internet durante quince años es, sencillamente, vergonzoso. Pero es lo que hay hoy en día. Por tanto, la escritora, probablemente ya tenía editorial cuando empezó a escribir, solo con enviar un resumen, una sinopsis. Así cualquiera, ¿no? Pero no es algo criticable. Un periodista puede escribir una novela y un novelista escribir un artículo de opinión. De hecho, yo hago las dos cosas. Pero para mi desgracia, yo no soy E. L. James o J.K. Rowling. Qué más quisiera.


El segundo factor es, básicamente, lo que ha escrito. La atormentada historia de amor y pasión sexual entre dos personajes antagonistas. Muy bien. Debe haber cientos de novelas con ese mismo argumento. Pero en la concepción de la novela está el secreto. La autora pensó, o eso creo yo, cómo podía escribir una novela que fuera más allá de la literatura romántica de toda la vida pero que no alcanzara tintes de escandalosa. La pretensión era, por supuesto, llegar al mayor número de lectoras femeninas posibles. Todas aquellas mujeres que no se sienten satisfechas con su vida sexual o que, sencillamente, no la tienen, y encuentran en la descripción de la relación entre Christian y Anastasia la vía para dar rienda suelta a esas fantasías que ellas no pueden cumplir. No es la típica historia de chica busca chico, chica encuentra a chico, se produce algún suceso que impida momentáneamente que la relación dé sus frutos pero al final de la historia ambos se encuentran y pueden iniciar su historia de amor. Lo dicho, de eso hay a miles. E. L. James lo plantea de una forma diferente. Introduce a un personaje femenino, Anastasia Steele, que prácticamente no ha tenido contacto anterior con hombres, o eso se sugiere, y de la noche a la mañana se encuentra con el hombre aparentemente perfecto. En esa historia no hay obstáculos de terceros que impidan la relación. No es la novela romántica de siempre. No. Aquí hay mucho más que eso, y es en ese ambiente de pasión y desconcierto in crescendo por parte de la protagonista y la inequívoca elección de Christian Grey el que provoca que el interés por la novela suba por parte del lector.


Para un lector masculino, el personaje de Anastasia Steele, además de no resultar creíble, llega a antojarse como casi antipático. Pero es una mujer y descubre al hombre de sus sueños, lo cual provoca que esa antipatía en la lectura de lo que es su vida cotidiana antes de sucumbir ante los encantos del millonario, vaya disminuyendo. Por supuesto, Christian Grey tampoco es un personaje creíble. Pero la autora no los construyo para que lo resultaran. Sabía exactamente lo que quería hacer con ambos. La tensión sexual entre ellos no tarda en aparecer, y a partir de ese momento, se abre un mundo nuevo en el que la protagonista se plantea todo lo que está haciendo y el protagonista quiere seguir con lo que le han enseñado hasta entonces, pero se da cuenta de que ella es diferente de las anteriores y, a pesar de que lo intenta, no puede seguir el mismo camino que con las sumisas anteriores. En ese sentido, es muy valorable el segundo volumen en cuanto a la descripción psicológica con la que se intenta explicar el comportamiento de Grey y el trauma que le ha provocado la señora rubia. Y memorable la escena en la que aparece en la fiesta y entra en acción la madre de Christian.


La novela engancha, por supuesto, debido sobre todo al segundo factor. Hasta donde tengo entendido, la autora ha ganado alrededor de ochenta millones de dólares por la trilogía. Solo a la altura de un Stephen King o de un Dan Brown con su última y criticadísima Infierno, porque es más de lo mismo. En ese punto solo se puede sentir una cierta envidia. La autora ha encontrado el tema perfecto y lo ha desarrollado de una manera perfecta. Sin alcanzar grandes niveles de calidad literaria, ha conseguido que le leyeran en los cinco continentes. El secreto está en el primer volumen. Ahí hay una historia completa, en la que ya deja paso a las primeras fantasías con las que sueñan las mujeres, que son las lectoras universales. No los hombres. Quien quiera escribir una novela que guste a los hombres, fracasará rotundamente. A los hombres nos da envidia Christian Grey e incluso llegamos a odiarle. Demasiado perfecto para nosotros, aunque la autora introduzca esa parte de su personalidad atormentada. En mi opinión, una simple manera de que no sea tan perfecto. Precisamente para que los hombres no se harten de un multimillonario increíble, cierren la novela y no sigan leyendo. Al menos, conmigo, lo consiguió. También es acertadísimo el intercambio de correos electrónicos. Aunque tengas que hacer otras cosas, sigues leyendo porque, simplemente, te engancha y quieres saber qué escriben en el siguiente correo. Por supuesto, absoluto mérito de la autora. Aunque para un informático, la estructura de los encabezamientos de los emails sea incorrecta.


La segunda parte, sin embargo, hace aguas en todas direcciones. Básicamente hablando, se trata de un mínimo guión, una pequeña trama argumental, que sirve de excusa para que Anastasia y Christian sigan con su desenfreno sexual, con el plástico del condón rasgándose cada dos por tres antes de ser utilizado y, solo al final de la misma, te encuentras con un argumento digno de una novela. A mí me costó tanto terminarlo que, hasta llegar a la fiesta en casa de los Grey, llegué a saltarme páginas enteras porque se trataba de una escena de sexo tras otra. Pero el final valía la pena, aunque tener que esperar cuatrocientas páginas te quita las ganas de, por ejemplo, leer la tercera parte. Pero E.L. James no es tonta, y sabía lo que estaba haciendo. Por eso introduce el final de la segunda parte. Sabe que los lectores se van a quedar intrigados por lo que pueda pasar en la tercera entrega. Muy astuto por su parte. Todos esos detalles hay que reconocerlos. Le salió clavada.


Y un tercer detalle que a mí me ha hecho reflexionar, porque la variedad era excesiva. Hay decenas de encuentros sexuales. Cuando los describes, y yo tengo experiencia en ello a través de mis novelas, hay que encontrar la manera de que no se conviertan en repetitivos. Ya no se trata de hacerlo en la ducha, en el camarote de un barco, encima de la mesa de tu despacho... Eso es algo típico y tópico. Se trata del ambiente creado en cada escena. La clave es describir las sensaciones en cada escena íntima. Y eso no se consigue solo con imaginación. Tampoco solo con práctica. Lo que yo me pregunto, a partir de esa conclusión, es ¿de dónde ha sacado E. L. James el material para describir como treinta o cuarenta encuentros sexuales distintos? ¿Ha recurrido a la videoteca especializada? ¿Ha dejado reventado a su marido? Me parece que lo segundo, no. Desconozco la respuesta, pero no dudo de que se habrá documentado a fondo, y no precisamente en persona.


A pesar de todo ello, sin duda es una trilogía que merece una felicitación. La autora ha conseguido sus objetivos. Ser leída en todo el mundo y ganar tanto dinero que no necesitará ni trabajar ni escribir más. A ver si le sucede lo mismo que a la autora de Harry Potter, que gracias al éxito de sus relatos juveniles intentó escribir después una novela para adultos, y pasó completamente desapercibida para lo que en ella era costumbre, es decir, vender millones de ejemplares.


Pero ¿a qué escritor no le gustaría ser E. L. James?

jueves, 7 de agosto de 2014

Entre escritores, Entreescritores.com

Hace veinte, treinta años, no sucedía esto. Hace treinta años podías tener tu oportunidad. Los que escribían algo bueno, en novela, poesía, ensayo, relatos infantiles... Cualquiera de las variedades que ofrece y ha ofrecido siempre la literatura valía para que te hicieras un hueco. Cierto que no todos podemos aspirar a ser un Cela, un Reverte (cuando escribe algo que es suyo) o los que hoy serían el ejemplo a seguir por todos, Zafón, por la libertad que tiene para tomarse su tiempo para escribir sin una fecha de entrega y Julia Navarro, tan de moda en nuestros días.


Pero hoy ya no es así. Estudiantes de literatura, y licenciados en literatura, los ha habido siempre. No deja de ser una carrera universitaria relativamente sencilla, aburrida para algunos, inútil para la mayoría y que en el peor de los casos solo te sirve para que, al escuchar el nombre de un libro, tardes décimas de segundo en relacionarlo con un nombre de autor. A nadie le interesa, hoy en día, saber que unas anotaciones en los márgenes de las latinas Glosas Emilianenses, escritas en una lengua distinta, varias en realidad y más dialectos que lenguas, son consideradas como la primera manifestación escrita del castellano. Incluso hay una nueva tendencia que pone en entredicho esta afirmación y la atribuyen a los Cartularios de Valpuesta. Si se trata de filólogos con treinta años de servicio, todos quieren tener razón. Pero de todo ello se extrae una conclusión: ¿A alguien le importa? Parece que solo a nosotros. Y si estudias Filología para ser profesor de Lengua, ni siquiera eso.


Pero volvamos al panorama actual. El panorama actual se resume en lo que ya he comentado anteriormente: nadie publica a un escritor que se llama José García o María Pérez. ¿Quién es el tal José García? ¿Por qué tiene un nombre tan común, que no vulgar? ¿Quién diablos va a leer la novela firmada por semejante nombre? Y yo, que me llamo Jorge Fernández, pues lo mismo, que si quieres arroz.


Por eso, hoy en día, entre los millones de personas que se han puesto a escribir porque no hay trabajo de lo suyo y los que pueden escribir porque han recibido la formación necesaria para ello y es su vocación, somos legión. Y a una legión no se le puede dar de comer si no tienes una cocina poderosa, dotada de muchos cocineros y de mucha comida. La analogía es evidente. Los cocineros son las editoriales y la comida las obras literarias. Por eso se agradece cualquier contribución para que los que escribimos casi de una manera anónima, dispongamos de vehículos para promocionarnos.


Hay unos cuantos ejemplos en internet, pero me quiero fijar en uno concreto. El modelo es innovador y el equipo de trabajo excelente. Me refiero a la plataforma de autopublicación www.entreescritores.com. Todo nace para convertirse en un negocio, pero a unas se les distingue más que a otras. Unas se limitan a albergar tus contenidos y permitir que agentes y editoriales accedan a su página para empezar a leer y valorar lo que tienen delante. Entreescritores va mucho más allá. Se les podría definir como dinámicos. Un ejemplo de gente, joven o no, ya que en este mundo esa condición no es una virtud, cuya principal característica es la lluvia de ideas. Es sentarse en la mesa de un despacho o por cualquier otro medio y pasarse las veinticuatro horas del día pensado: "¿Cómo podemos mejorar nuestra plataforma?" "¿Qué ideas podemos añadir para ayudar a nuestros escritores que desean publicar?"


Obviamente, muchos de los que se apuntan no alcanzan el sueño de publicar y ganar dinero. Muchos escriben porque les sale de dentro, y es bueno reflejar en las letras lo que pasa por tu corazón, por tu alma, y no deseas que se quede en un sentimiento anónimo, en unas sensaciones que nunca pasarán de meros pensamientos. Todo el mundo tiene derecho a escribir y todo el mundo tiene derecho a publicar. Con este equipo de Entreescritores publicas, y como mínimo, te emocionas al comprobar que eso que te ha llevado seis meses plasmar en el ordenador, consiguiendo un conjunto de ideas coherentes llamadas novela, ensayo o poesía, se ha plasmado en algo real y tangible y otras personas pueden acceder a lo que has publicado y, a partir de ahí, se ejerce el riguroso derecho personal de querer seguir leyendo después del primer capítulo o buscar un relato que te atraiga más.


A eso se dedican este equipo de personas llenas de buenas intenciones, con una plataforma sencilla y fácil de entender incluso para los que saben lo justo de informática y, por supuesto, con un servicio de atención al usuario que no es de sobresaliente. Es de los que rayan y superan la excelencia. A menudo llegas a pensar que solo vale la pena seguir esforzándote cada día en escribir una página más de esa idea tan genial que has tenido porque sabes que allí tienes a un grupo de personas que te apoyan en la medida de sus posibilidades.


Por ello agradezco especialmente a Sehila, mujer que combina dos virtudes que no suelen irse de copas juntas, la juventud y la paciencia, toda la atención prestada. Sin duda se trata de una profesional que llegará lejos. Cimas más altas alcanzarás.


Podéis visitar su web y registraros. Con una cuenta de Facebook es suficiente, y a partir de ahí, tienes todo tipo de géneros entre donde elegir. Y por supuesto, tres de mis novelas: Las treinta y siete de Andrés García, La residencia y Dos vírgenes y un profesor de inglés.


La URL es www.entreescritores.com.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Canciones que no te dejan indiferente III

Una vez colgada en internet mi última novela, podemos darnos unos días para hacer otras cosas. Como pasar un portátil de Windows 8 a Windows 7. Menuda sorpresa me he llevado con la nueva partición GPT. Un tema muy interesante. Y un Windows 8 que te vuelve loco, absolutamente improductivo para una empresa. A los usuarios les gusta descubrir las cosas por sí mismos, no que te lo den todo hecho, y además que te lo den todo hecho como a ellos les parece que te lo tienen que dar. Ese ha sido siempre el talón de Aquiles de Microsoft, estar convencidos de que ellos tenían que guiar al usuario y no el usuario a ellos, como debería ser lógico. Luego se quejan de la piratería. Ya que tenemos que buscarnos la vida con sus nuevas versiones de sistemas operativos, encima vamos a pagar los 100 o 200 euros que te piden por un CD y a buscarte la vida.


Lo cachondo es que llevan así más de veinte años. Lo peor ha sido lo que ha triunfado. Otro día hablaré de informática.


Quisiera recordar en esta ocasión a un grupo que fue relativamente conocido en España hace unos años. Surgido como una escisión de otros grupos menores, se juntaron unos cuantos chavales que tocaban bastante bien. Sabían lo que hacían y su sonido era de los buenos, olvidándose de la estridencia de una guitarra eléctrica con el pedal de distorsión a tope y sin importar demasiado que se oyera al cantante. No. Estos cuidaban su sonido. Pero les pasó lo mismo que a otros, y es que no acertaron con las canciones que compusieron. Puedes ser un gran músico, pero además de eso, necesitas hacer buenas canciones si es que quieres vivir de eso llamado música. Pocos lo consiguen, y ellos no formaron parte de la selecta élite.


Os dejo la que probablemente fue su mejor canción. Aún así, ya se aprecia en ella que exageran en los detalles. Quieren demostrar que son tan buenos que añaden arreglos innecesarios para conformar una canción espectacular, pero que no va a ser recibida con agrado por el gran público. A pesar de ello, es una buena canción. Y una gran voz.


Los Especialistas- Me pudro por ti

martes, 5 de agosto de 2014

Confesiones IV

Cuando trabajaba como informático en un edificio de oficinas, sabía cuál era mi trabajo. Sabía que los ordenadores se estropean, las redes informáticas también, y el único secreto era conocer tu trabajo. O sabías, o no sabías.


Luego entraba otra consideración importante: el trato al usuario afectado. Es como cualquier otro trabajo en el que el trato al público es una parte importante, además de tus conocimientos técnicos. Por eso me da tanta grima ir a Correos. Según quién te atienda. La empresa que te contrata para que lleves el servicio técnico informático de otra empresa no incluye entre tus responsabilidades que tengas que ser amable y poner buena cara aunque te estén apuntando con una pistola en la sien, pero los que llevamos mucho tiempo en esto, sabemos que se trata de un acuerdo tácito, no escrito.


A pesar de ello, no han sido pocos los compañeros, y alguna que otra compañera, que atendían incidencias porque no les quedaba más remedio, e incluso he llegado a presenciar, acompañando a otro técnico, que durante la resolución o no de la avería, mi compañero no dijera una sola palabra más que "tengo que revisarlo de nuevo". Yo nunca actué así. Por eso puedo sentirme satisfecho de que, en cualquier edificio de oficinas que haya estado o atendiendo a clientes particulares, creo que siempre se han llevado un buen recuerdo de mí. Atendía con amabilidad y además, les arreglaba la avería.


Sin embargo, esto de la literatura es completamente diferente. Cuando empiezas, te llenas la cabeza de pájaros sin apenas darte cuenta. Crees que tu primera novela va a ser el bombazo del año y las editoriales se van a pelear por conseguir los derechos de tu obra. Crees que has escrito lo mejor del año, pero la realidad te pone en su sitio. Envías manuscritos, sinopsis, te pones en contacto con editoriales, agentes y todo aquel que creas que puede ayudarte para promocionar tu novela, y te das cuenta de varias cosas que te hacen volver al mundo real.


En primer lugar, te das cuenta de que, cuando envías un manuscrito a la editorial González, lo más probable es que a la editorial González le lleguen mil manuscritos al año. Eso, si los aceptan. Después te enteras de que suelen darte un capítulo de margen. Si el primer capítulo no les atrae, no se molestan en leer el segundo y tu manuscrito va directamente a la basura. Y sí, digo a la basura porque los que estamos metidos en esto sabemos que es así.


Intentas presentarte a algún concurso literario. ¿Por qué no? Tu novela te gusta y crees que puede tener posibilidades. Pero después te encuentras con un concurso literario en el que buscan a nuevos escritores, y meses después, te enteras de que le han dado el premio a un catedrático de Periodismo de la Universidad de Salamanca que acaba de cumplir 65 años. El premio son mil euros, y ese señor lleva treinta años publicando.


Y así, un ejemplo tras otro.


Es prácticamente imposible escribir un libro, una novela, que pueda definirse como decente o interesante, en menos de tres meses. Obviamente, necesitas una idea principal, y a partir de ahí, empezar a desarrollar tramas secundarias y personajes. Es decir: NO SALE EN UNA SEMANA.


Por eso me pregunto si todo este tiempo dedicado a escribir y a intentar encontrar temas interesantes y después depender de que alguien te descubra o te ponga encima de la mesa un contrato de aquellos que te hacen sonrojar porque no puede ser peor para tus intereses, vale la pena. ¿Vale la pena dejarse la vista delante del monitor? ¿Corregir una y otra vez? Incluso corrigiendo una obra ya finalizada, aún encuentras errores, pocos, pero los encuentras. Cuando has escrito una novela de mil páginas, es casi imposible que no te dejes algo por el camino.


Y aún así, no te hacen caso.


¿Vale la pena?

sábado, 2 de agosto de 2014

Canciones que no te dejan indiferente II

Un caso muy curioso el de este chico cubano armado con su guitarra y una suave percusión. A veces lo más sencillo es lo que más te llega al corazón. Nadie le hubiera conocido si no hubieran incluido este tema suyo como tema de fondo al final de un episodio de la serie norteamericana Cold Case. Traducida en España como "Caso cerrado". Y aún así, no consiguió lo que merecía, es decir, muchas ventas. La letra habla por sí sola. A duras penas puede escucharse en YouTube. Os animo a escucharla.


Nil Lara- Vida más simple