jueves, 24 de julio de 2014

Qué mundo más cruel II

Culminaré el artículo iniciado ayer con la otra cara de la picaresca o la nula catadura moral de algunos de los que se mueven en el mundo literario para decidir si te quedas convertido en un autor desconocido para toda la vida o te lanzan al estrellato. O, un término medio, puedes vivir de lo que escribes sin aspirar a pasar a la Historia.


En este caso hablaré de una editorial, ubicada en Madrid, cuya teórica dedicación editorial, y es lo que te encuentras en su página web, está centrada en publicar obras destinadas al mundo del Derecho. Es su especialidad, ya que no hay otro tipo de publicaciones disponibles. Entono el mea culpa en este caso, ya que debí darme cuenta de que algo no cuadraba cuando contactaron conmigo.


Dicha editorial, de la cual puedo decir que su editor y su departamento legal no se comunican entre ellos porque el primero desaparece al menor indicio de problemas, contactó conmigo a través de una de esas páginas web donde tengo colgadas mis obras. Su primer error fue mostrarse interesados en publicar TODAS mis novelas. Unas son mejores y otras peores, pero normalmente los contactos se hacen debido al interés por una sola de ellas. En ese caso, ya me pareció que algo no funcionaba como debía.


Por ello me puse en contacto con los administradores de la web donde tengo colgadas mis novelas. En un principio, me dijeron que no habían recibido reporte alguno por parte de otros usuarios y que podía proceder con cautela, pero con una cierta seguridad. Contacté con el editor que se había mostrado interesado en las seis novelas que supuestamente había leído (algo que evidentemente no habían hecho), y para cubrirme las espaldas, le aclaré que iríamos una a una. Escogí una de las seis novelas publicadas, por supuesto no la que me parecía mejor de todas, firmamos un contrato que parecía razonable, no como otros, y se pusieron a trabajar la obra.


A partir de este momento, empezaron los detalles que evidenciaban que se trataba, una vez más, de un engaño. No exactamente un engaño, pero sí una forma de hacer las cosas absolutamente incorrecta y de la que posteriormente advertí a los administradores de mesadeleditor. En primer lugar, nunca mencionaron la necesidad de corregir la obra. Solo de maquetarla. Hicieron la tarea, y cuando me devolvieron el manuscrito original que les había enviado me encontré con que la maquetación era un desastre. Párrafos que empezaban con tabulación y párrafos que no, saltos de página que no estaban en el manuscrito original. Simplemente habían utilizado un programa del tipo Calibre que ahora está tan de moda para convertir archivos PDF en ePUB y lo habían dejado así. Así de mal.


El segundo detalle, el que más me alarmó, fue visitar su página día tras día y comprobar que ni habían colgado mi novela ni otras en las que estuvieran interesados. Seguían anunciando y vendiendo libros dedicados exclusivamente al mundo del Derecho. Ante mi extrañeza por aquella situación, me explicaron que habían publicado mi novela en Amazon y se encontraban en disposición de hacerlo en Casa del Libro y en Libros 24 horas. Es decir, ni rastro de publicarla en su página web. Además, la publicación había sido realizada por un simple informático que había colgado la obra en esa web de ventas a nivel mundial con el resumen de la obra que yo mismo había escrito, y puesto a la venta por un precio irrisorio del que yo me llevaba cuarenta céntimos por descarga.


Y lo más indecente de todo. Antes de descubrir que todo se trataba de una estafa legal, que no había por dónde pillarles, el mismo editor me recomendó que, para subir las buenas críticas y las ventas en Amazon, creara usuarios falsos, que compraran una novela de las que había a 0,99 euros, y a partir de entonces podía entrar en la página de mi novela y escribir una crítica estupenda. Es decir, debía intentar ENGAÑAR a Amazon para que, al subir las opiniones positivas, ganaría puestos en el ranking de novelas más vendidas. Lo más curioso es que lo intenté. Creé media docena de usuarios y compré media docena de libros por el precio indicado. Después de una semana de haber hecho aquello, accedí a la página de Amazon con los falsos usuarios y comprobé, para mi estupor, que los comentarios sobre la novela habían sido anulados. No solo habían eliminado los que las cuatro personas que compraron el libro habían escrito, sino que habían imposibilitado la adicción de más comentarios. O sea, ME HABÍAN PILLADO.


Nunca llegaron a publicar mi novela ni en Casa del libro ni en Libros24horas. Ante tal situación, lo primero que hice fue explicar a los administradores de mesadeleditor lo que había sucedido y también procedieron a expulsar de su cartera de editoriales a la mencionada. Ante la situación producida, en la que aquella editorial había dedicado diez minutos a publicar mi novela en una web ajena a la suya y se llevaban 4.6 euros de los 5 que costaba la obra por cada descarga realizada, opté por no promocionar mi novela, de tal forma que no tuvo descargas.


Por supuesto, envié diversos correos al editor que había contactado conmigo. Cosa curiosa: dicho editor tampoco contestó a mis correos una vez publicada la novela. Ni siquiera contestaba al teléfono. Por supuesto, aparecía su secretaria, que ya sabía de qué iba el percal y el señor editor la había aleccionado para que todo el mundo dejara un mensaje aunque permaneciera cómodamente sentado en su despacho. Hasta tal punto que encontré la manera de contactar con el departamento legal de dicha editorial para solicitar la rescisión del contrato de QUINCE AÑOS que había firmado. Después de muchas negociaciones y por supuesto de no ver un euro, me llegó, varios meses después, el contrato de liquidación conforme mi novela ya no estaba publicada y los derechos volvían a ser míos.


Esa es la actualidad y la dura realidad de los que lo intentamos. Sencillamente, no nos dejan. Y sí, qué mundo más cruel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario