miércoles, 29 de febrero de 2012

Telecinco y Tele circo

Solo puede pasar en España que una mujer que hace quince años caminaba con una amiga al salir de su turno de trabajo como azafata para eventos sociales escuchara el grito de un torero famoso para invitarlas a subir a su hotel y mirara hacia arriba. Su amiga se fue a su casa; ella subió. Hoy vive en un chalet de una lujosa urbanización de Madrid y es el icono mediático por excelencia en nuestro país con un sueldo de seis cifras. Se ha convertido en el polvo rápido más rentable de la historia de España. Nadie dice que viva del cuento, aunque como muchos de los que salen en televisión sin oficio ni beneficio, no necesita levantarse a las 6 de la mañana para ir a la fábrica.

Se ve mucho por internet cómo colectivos de usuarios forman grupos e incluso juntan firmas contra Telecinco, pero la única realidad que podemos contemplar es que cuando mi lamentable y también icónico vecino y tocayo Jorge Javier se pone delante de las cámaras y desparrama su mundo en el que todos los secretos tienen un precio y todos nos vamos a enterar de con quién se ha acostado Pepito o Jaimita, las audiencias hablan por sí solas. Nadie reconocerá que ve Telecinco, pero lo cierto es que pueden permitirse pagar esos maravillosos sueldos a personas que no pueden ser más mediocres de lo que son pero como gustan de fomentar el morbo de los televidentes, juegan a una apuesta segura, porque los televidentes responden y todo el mundo quiere saber cuál es la última pareja de Chenoa y si algún día volverá con Bisbal para que la pareja soñada por todos los españoles se vuelva a reunir. Muchos tapan las carencias de sus vidas viviendo las vidas de otros y ese es el mérito de Telecinco, hacerles llegar esas vidas para que sueñen un sueño que no les pertenece.

Hay un solo programa que veo de Telecinco, y reconozco que soy un adicto porque me parece un oasis en mitad del encefalograma plano de las estrellas de esa cadena: Pasapalabra. Está lejos de la pedantería elitista y cursi de “Saber y ganar” y su histriónico presentador a quien harían bien en jubilar de una vez y de la amañada y tacañísima “Ruleta de la fortuna” (¿Han visto la versión americana original en la que el premio mínimo es el equivalente a 500 euros?) en la que parece que haya un operario escondido en alguna parte que decide cuándo parar la ruleta; aunque vemos a los concursantes que aparecen por allí y al pedir el nombre de una ciudad y en el tablero aparece la palabra BARCE_ONA y empiezan con “no lo veo” o “no me sale”, te pones de los nervios. En Pasapalabra, aunque con sus luces y sus sombras como cuando eliminaron a Carlos después de 40 programas a manos de una señora que Dios sabe de dónde se sacaron y que al día siguiente era fulminada por otro concursante porque parecía haberse quedado en blanco, vemos a personas cultas, formadas, que dominan varias disciplinas y no hacen alarde de ello. Se ganan hasta el último euro y nos divierten a varios millones de personas que también jugamos a ver si somos capaces de decir la solución antes que ellos mismos y flipamos cuando preguntan el apellido de un escritor moldavo nacido en 1743.

El caso de César ha sido muy particular, y políticamente correcto. Un muchacho afectado de polio y con antecedentes familiares de muerte prematura de quien nadie se dio cuenta de su discapacidad hasta pasados muchos programas. Un chico tímido, incómodo con los focos y el público y que hasta que no se soltó parecía un robot contestando a las preguntas. Telecinco acertó al darle el premio a una persona culta e inteligente como él, aunque la forma de hacerlo no fue la más adecuada ya que pareció también amañado. Yo me pregunto cuál era la diferencia entre Carlos y César, aunque a éste primero lo podemos ver de nuevo desde anoche. A ver si ahora le sueltan el dinero que se merece de una vez.

Pero Telecinco seguirá siendo Telecirco mientras el programa de mi tocayo continúe con su liderazgo de audiencia. Y eso, no es culpa de la cadena, es culpa de los que la sintonizan. ¿Cómo usted que me lee?

1 comentario:

  1. juro por mis cenizas que de tele 5 no veo ni el pasapalabra. Busca por otro lado

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